viernes, 17 de agosto de 2018

Ascensión al Alto de Batalla (Sierra de Gredos)

Datos de la ruta:

  • Desnivel: 1500 m (aprox.)
  • Distancia: 33 km 
  • Actividad: senderismo/ascensión
  • Dificultad: ruta sencilla técnicamente pero físicamente dura con muchos kilómetros de recorrido y varios tramos de difícil orientación y sin senda evidente.

Descripción

Hacía mucho tiempo que no nos acercábamos por la Sierra de Gredos. La última vez que nos acercamos por estas cumbres fue en nuestras Ascensión a la Covacha, y de eso hace tiempo. La echábamos de menos.

Huyendo un poco de las multitudes que se congregan en las zonas más conocidas de esta sierra, buscamos opciones en valles algo más recónditos y olvidados por las masas. Nos dirigimos a la Garaganta de Bohoyo.

La Sierra de Gredos con sus inmensas e impresionantes montañas graníticas, tiene unos veranos bastante calurosos en contraste con los inviernos gélidos. Por esa razón decidimos madrugar un poco para aprovechar las horas frescas del día.

Iniciamos nuestra ruta siguiendo el recorrido del PR-AV 16 (Senda de la Garganta de Bohoyo). Los primeros compases de esta ruta discurren entre las sombras matutinas de los robles.

Robledal
Robledal

Muros se extienden por las laderas delimitando y aterrazando extensas zonas donde, suponemos, antaño habría tierras de cultivo. Nos tropezamos con alguna construcción en ruinas.

Cuando apenas llevamos dos kilómetros y medio de recorrido, nos acercamos a la fuente de la Navazuela, pero desestimamos aprovisionarnos aquí de agua ya que se trata de un manantial y alrededor es bastante perceptible la presencia de ganado.

Pasamos por un primer refugio, refugio la Seca (1341 m), aunque ignoramos el desvío para alcanzar la fuente que hay pocos metros después. Después de haber dejado pasar la fuente de la Navazuela preferimos ser precavidos y rellenar con  esta agua fría que de lo buena que está casi sabe dulce.

En apenas un kilómetro pasamos una puerta metálica para alcanzar el segundo refugio de la jornada, refugio la Redonda (1388). Nos empezamos a arrepentir de no haber empezado la marcha el día antes y haber aprovechado tanto posibilidad de dormir rodeados de estas montañas.

Refugio la Redonda. garganta de Bohoyo
Refugio la Redonda

El PR-AV-16 sigue subiendo, despacio, incansable, araña unos pocos metros más a las montañas. A medida que ascendemos las vistas se amplían y la garganta de Bohoyo se nos muestra.

Alcanzamos los 1500 m y decidimos hacer una parada. El sol aprieta y calcina la piel. Un poco de crema. un poco de agua. En frente se abre las Hoyas del Bollo escoltado por los riscos del mismo nombre.

Hoyas del Bollo
Hoyas del Bollo

Seguimos ascendiendo arrastrados por las aguas que discurren en las profundidades de la garganta. La altura nos permite vislumbrar en la lejanía los altos picos que protegen el nacimiento de esta corriente de agua.

Garganta de Bohoyo
Garganta de Bohoyo

La senda culebrea entre los bolos de granito y en las praderas verdes, en algunos puntos inundadas. pasamos por otro refugio, el refugio de la Longuilla.

Cuando nos queremos dar cuenta nos hemos pasado el punto en el que nos queríamos desviar, nos damos cuenta al vislumbrar la silueta del refugio el Landrón. Porque no, no vamos a recorrer la garganta de Bohoyo. Hoy vamos a buscar las montañas menos conocidas, las que se alinean formando la hermosa cuerda que se encuentra a la derecha de nuestro avance.

Retrocedemos hasta la zona de las Cerradillas. Aquí las aguas del río se filtran perdiéndose entre las rocas, lo que nos permite cruzar su cauce con facilidad. Al otro lado unos hitos nos indican un camino poco pisado y algo perdido que serpentea por la ladera.

Las Cerradillas. Garganta de Bohoyo
Las Cerradillas

Ascendemos por una pendiente pronunciada que nos permite acceder a un amplia valle paralelo marcado por el discurrir del arroyo de las Serradillas.

Si por la garganta de Bohoyo la soledad es total, en este pequeño valle aplasta. Amplios prados se extienden ante nosotros, apenas pisados por las vacas. Vemos algún hito perdido entre la hierba, pero igual que aparecen desaparecen sin que consigamos darle una continuidad.

Progresamos por los puntos donde lo vemos más evidente. Con prudencia, ya que la hierba esconde profundos agujeros excavados por el agua perezosa.

Arroyo de las Serradillas
Arroyo de las Serradillas

Al alcanzar la cabecera la progresión se complica. Seguimos el arroyo, nos salimos, para finalmente ir a parar a un amplio pedregal que nos inspira más confianza que la traicionera hierba. Los últimos metros los ascendemos por las rocas de granito. Se hace duro y la progresión es lenta.

Sin seguir un camino definido, llegamos a la Portilla de las Serradillas (2041 m) para encontrarnos con un espectáculo de granito rasgando las nubes. Unas vistas increíbles de la vertiente sur de la Sierra de Gredos.

Portilla de las Serradillas (2041 m)
Portilla de las Serradillas (2041 m)

¿Cómo no parar para disfrutar de esto? El viento nos trae aromas de montaña mientras recuperamos fuerzas. Al fondo, barre las nubes dejando por un momento que el altivo Almanzor se asome, con sus orgullosos 2591 m, hasta tocar el cielo. A sus pies algunos neveros testarudos se resisten a dejar paso al verano.

En la portilla nos llevamos una sorpresa más, un camino ancho y bien marcado que discurre por la cuerda (seguramente es el sendero que recorre la Sierra de Gredos siguiendo la línea de sus cumbres). Seguimos el recorrido por esta ancha senda siguiendo la cuerda redondeada que sigue la orientación oeste. A nuestra espalda dejamos El Butraco (2177 m).

El Butraco y senda
El Butraco y senda

Avanzamos deprisa, muy deprisa. En un continuo tiovivo de pequeñas bajadas y subidas. Acumulamos metros de desnivel pero apenas nos damos cuenta. Llegamos a la Portilla de la Hoya (2105 m) donde llega un camino vertiginoso que asciende desde la vertiente sur siguiendo el arroyo de las Hoyitas.

Rodeados de un frondoso mar de piornos, cuyo olor elevan en un par de grados la temperatura, llegamos hasta El Mojón (2119 m). Una cumbre redondeada y dulce que nos ofrece una última panorámica de los cuchillos que rodean el Almanzor.

El Mojón (2119 m)
El Mojón (2119 m)

El camino es evidente, sin desvíos, sin otras posibilidades. El avance es cómodo, aunque el calor ahora es sofocante. Las nubes nos ofrecen algo de consuelo momentáneo, para pocos minutos después dejar asomar los rayos de sol que nos perforan y arrancan los brillos escondidos en el granito.

Mirando al suelo y oliendo a sudor, llegamos hasta el Alto de Batalla (2258 m), Una acumulación de rocas que me recuerdan por un momento a un edificio en ruinas. En lo más alto, un refugio y un guarda de parcas palabras. Avanzamos y, cuando alcanzamos Los Campanarios (2249 m), echamos la vista atrás para ver el camino recorrido.

Alto de Batalla desde Los Campanarios (2249 m)
Alto de Batalla desde Los Campanarios (2249 m)

Desde aquí iniciamos un ligero descenso que nos lleva hasta un refugio y una refrescante fuente que aprovecha las aguas de un manantial cercano. Con el día que hace, no dejamos pasar la oportunidad y recargamos agua de nuevo. Un última pequeña subida que nos lleva hasta el Alto de las Becedillas (2170 m). Aquí la única compañía es un chozo solitario.

Chozo en el Alto de las Becedillas
Chozo en el Alto de las Becedillas

Unos metros más y alcanzamos el Collado de los Peones (2173 m), una estación meteorológica marca este punto tras cruzar un muro divisorio.

Ante nosotros una legión de piornos aún, que aún lucen las relucientes flores de la primavera, nos cierran el paso. Buscamos una senda que no encontramos. Finalmente nos decidimos a atravesar los duros piornos y es el momento en el que me alegro de no haber optado por los pantalones cortos. Seguimos lo que aparece el curso de un pequeño arroyo. Al fondo, cerrando el paisaje, las montañas más lejanas de la Sierra de Gredos con pequeños neveros relucientes.

Descenso entre piornos
Descenso entre piornos

Nos juntamos con las aguas que buscan salida por la Garganta de la Barca. Para nuestra sorpresa nos encontramos con lo que parece un canal y con unos hitos de tres metros de alto que parecen indicarnos nuestro camino. Mientras avanzamos nos preguntamos qué serán. Tras dejar atrás el refugio de la Barca, tomamos estos gigantescos mojones como referencia y proseguimos sin alejarnos mucho de ellos.

Canal y Mojones. Cabecera de la Garganta de la Barca
Canal y Mojones. Cabecera de la Garganta de la Barca

Finalmente, como cabía esperar, las indicaciones nos llevan hasta lo que parece un camino que se abre camino entre el espeso piornal que nos rodea. Una leve subida nos vuelve a dejar ante el muro que dejamos atrás en el Collado de los Peones. Una puerta situada en lo más alto, en el Mojón Altillo (2124 m), nos permite el paso para seguir nuestro descenso

Ahora sí que el descenso es más acusado. Descendemos más de cien metros para llegar al refugio de los Regajos de las Galanas (2000 m), situado en un amplio prado. Aquí un cartel informativo nos saca de dudas: los mojones que hemos visto se remontan al trasiego que por estos montes existía en época de carestía, por aquí transitaban los contrabandistas que utilizaban estos grandes indicadores para orientarse entre la niebla y las abundantes nieves que cubría estas tierras conocidas como Sierra Llana. también transitaba por aquí el abundante ganado en la época, ya perdida, de las transhumancia hacia tierras extremeñas.

Descenso hacia el refugio de la Barca
Descenso hacia el refugio de la Barca

Cuando seguimos en nuestro descenso nos cruzamos con las indicaciones del GR-293 (A vueltas con Gredos) que, en este tramo, coincide con el PR-AV-57 (Senda camino del Piesnillo) que une Navalonguilla y la localidad de Bohoyo.

Seguimos las indicaciones e iniciamos un fuerte descenso. La senda se ve poco transitada y, con innumerables eses, permite descender por la inclinada ladera.

Descenso por el GR-293/PR-AV-57
Descenso por el GR-293/PR-AV-57

El descenso se hace largo y duro. El calor es sofocante, entre la vegetación y rodeados de altura, el aire apenas se deja sentir. La tierra, las rocas y los piornos desprenden un calor asfixiante.

A medida que descendemos regresan los robles y quitan terreno a los piornos. El camino no está muy marcado y as señales se pierden en algunos puntos. En algún tramo nos vemos obligados a retroceder para retomar las señales cuando somos conscientes de que han desaparecido.

la senda sigue la cuerda, para descender hasta los primeros indicios de las aguas del arroyo de Colgadizos. Casi corremos en busca de las prometedoras sombras del fondo del valle.

A partir de aquí el trazado se vuelve confuso, muy confuso en algunos puntos. En numerosas ocasiones perdemos de vista hitos e indicaciones, por lo que avanzamos como podemos por lo que creemos la orientación más evidente y donde la vegetación permite el paso. Finalmente volvemos a entrarnos con la senda en las Hoyuelas. Echamos la vista atrás, una última mirada al fuerte descenso que hemos realizado hasta aquí.

Último tramo de descenso. PR-AV-57
Último tramo de descenso

Atravesamos el pinar en el vano intento de evitar llegar hasta el pueblo, pero las cancelas bien protegidas con candado, nos obligan a recorrer las calles del pueblo de Bohoyo para alcanzar nuestro punto de salida tras recorrer algo más de dos kilómetros por la carretera. Sin duda el tramo más duro, porque el asfalto no es tan amable como los caminos.

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RECORRIDO:


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