jueves, 14 de abril de 2016

Vuelta al Escalerón (Ablanque. Olmeda de Cobeta. Alto Tajo. Guadalajara)

Iniciamos una ruta solitaria en una zona poco conocida y que no dejará de sorprender al que decida ir. Tomamos como referencia el pequeño pueblo de Ablanque, situado en el Alto Tajo, pero en la zona menos turística. Un paraíso.

Desde Ablanque tomamos una estrecha pista asfaltada que pasa por delante del puente romano y a un par de kilómetros dejamos el coche en un pequeño entrante que queda a nuestra izquierda. Está indicada una zona de parking y un panel de la ruta de los chozones sabineros. Nosotros nos encaminamos hacia el Arroyo de la Rambla. El pequeño barranco formado por este arroyo viene marcado por uno de estos chozones sabineros en muy buen estado de conservación.

Chozón sabinero

Nos introducimos en el barranco siguiendo inicialmente una estrecha pista, que irá perdiendo definición a medida que avanzamos, hasta que pasamos a caminar directamente por el lecho seco y  pedregoso. En algún tramo aparecen trazas de sendero y de antiguas pistas, pero están en desuso.

Inicio del barranco

Nuestros pasos nos llevarán a seguir el sinuoso recorrido del arroyo rodeados de altas paredes, algo descompuestas y que dejan algunos abrigos a lo largo del recorrido. Numerosos árboles, sobre todo pinos, han encontrado protección en este protegido rincón, además de la humedad necesaria para crecer, rompiendo la aridez de la piedra. 

Pinos en el barranco

Las grandes rocas forman algunos caos de piedras, en algunos casos se bordean siguiendo alguna pequeña senda que los evita y en otros casos se salvan fácilmente.

Rocas en el recorrido

El agua hace acto de presencia, en un principio de forma tímida con algunos charcos que perduran de las últimas lluvias, creando algunas bolsas de agua, ahora sí empezamos a tener la sensación de que estamos recorriendo un arroyo.

Lecho del arroyo

Siguiendo, sin pérdida, el barranco nos encontramos con una pista poco marcada, pero ancha, que nos permite acompañar al arroyo por su margen, abandonando el lecho. Ahora nos llega el sonido de la corriente de agua, que se filtra más abajo dejando seco el barranco en sus inicios. En algún punto la pista cruza el arroyo y habrá que mojarse las botas. 

De forma progresiva las paredes se van retirnaado y dejan a la vista un limpio cielo azul, en contraste con el verdor de los pinares que nos rodean.

Arroyo de la Rambla

La pista se cruza con otra pista más marcada que nosotros abandonamos al poco para seguir, inicialmente, el Barranco de las Retuertas. Al poco de iniciar la subida nos encontramos con un precioso pozo, el pozo de Pellejera, aún en uso y muy bien conservado.

Pozo de Pellejera. Barranco de Retuertas
 
Desde este punto hay que seguir la estrecha senda que nos lleva hacia nuestra derecha en ligero ascenso, hasta salir a un conjunto de antiguas terrazas. No nos pareció ver otra posibilidad, pero en el mapa marcaba una senda que seguía el barranco de Retuertas en toda su longitud.

 Senda

Zona de terrazas

 En la zona alta improvisamos un poco ya que la senda que pensábamos que había no la vimos, así que andamos algo a través hasta dar con una pista ancha, que también viene desde el barranco del Arroyo de la Rambla. En el punto en el que nos juntamos nos encontramos con otro conjunto de chozones sabineros. 

Chozones sabineros

Desde aquí tendremos un ligera caminata por pista y pasando por numerosos chozones en diverso estado de conservación. En este parte del recorrido la vegetación ha cambiado, dejando atrás los pinares, sustituidos por sabinas. El camino no tiene ningún desnivel hasta alcanzar la carretra CM-2113, la cual atravesamos para encaminarnos hacia el pequeño pueblo de Olmeda de Cobeta

Se puede ir por carretera, pero si se quiere evitar hay una pista que sale a la izquierda que bordea el pueblo para luego entrar en él desde la parte más baja. Nosotros optamos por esta segunda opción por evitar el asfalto, y disfrutar de las vistas del pueblo.

Olmeda de Cobeta

Una vez en Olmeda tenemos que buscar la parte alta del pueblo, allí donde la carretera de acceso entra al pueblo, para ascender hacia unos edificios y tomar en la parte alta una pista poco marcada para tomar el cordal que nos lleva hacia Peña Moñuz, nuestro siguiente objetivo de la jornada. Este punto puede resultara confuso ya que desde el mismo punto sale otra pista más marcada que puede llevar a confusión. 

Pista hacia Peña Moñuz

Hay que estar atento porque la pista la abandonaremos para tomar una pequeña senda marcada con hitos que ya no abandonaremos. El recorrido es espectacular, rodeados de sabinas y encinas, y la primavera que va despertando tímidamente. La senda está perfectamente indicada por hitos visibles, alguno lo recompusimos un poco para que fuera más visible.


Senda hacia Peña Moñuz

Y, con las primeras gotas de lluvia, llegamos a la extraordinaria Peña Moñuz. Aquí está uno de los regalos de la ruta, el espectacular castro celtibérico de Peña Moñuz. Un magnífico ejemplo, bien conservado, de este tipo de plobamiento fortificado y que recientemente ha sido objeto de trabajos arqueológicos. Se puede distinguir la imponente muralla, el foso, algunas contrucciones de habitat y las piedras hincadas (chevaux de frise) que protegían la entrada. Todo un placer para los amantes del pasado, un lugar muy poco conocido. 

Castro celtibérico de Peña Moñuz

Foso

Tras una tranquila visita al recinto y disfrutar con este maravilloso yacimiento. Volvemos sobre nuestros pasos, pero en vez de seguir la senda que hemos traido en nuestro asecenso ahora seguiremos las anchas pistas que surcan estas dehesas para iniciar el descenso de la peña por su vertiente este. Aquí nos encontramos con un buen entramado de pistas, interesante para los que quieran recorrer esta zona con la bici, algo confuso, así que hay que estar pendiente del mapa. Iremos dejando Peña Moñuz por encima de nuestras cabezas hasta alcanzar, de nuevo, la carretera CM-2113.

 Vista Peña Moñuz. Descenso

Seguiremos la carretera durante unos cientos de metros. Desde aquí podemos visualizar nuestros siguiente objetivo, El Escalerón. Sin perder de vista nuestra nueva referencia, alcanzamos la pista que nos permite seguir descendiendo hacia el Barranco del Hoyazo por antiguas terrazas, muros de piedra y alguna edificación en estado de ruina. 

 Vista de El Escalerón

 
Al superar el barranco y alcanzar la ladera de El Escalerón habrá que improvisar un poco pues no tenemos una senda clara que seguir, aunque es fácil avanzar si no perdemos la orientación. El avance es bastante rápido y en ligera subida, hasta alcanzar un nuevo conjunto de chozones sabineros, este punto forma parte de la ruta de los chozones sabineros.

Conjunto de chozones

Desde los chozones debemos dirigirnos hacia la parte superior, sin senda, hasta alcanzar el primer saliente rocoso de esta mole caliza. Este primer punto es el más alto con sus 1154 metros, y por tanto marca el punto de cumbre. 

El Escalerón (1154 m)

Pero no podíamos dejar de acercarnos a la otra punta. Para ello hay que descender ligeramente para avanzar por la vertiente oeste, hasta alcanzar lo que parece unas escaleras talladas (aunque es probable que sean naturales) que permiten ascender. En lo alto encontramos los muros de lo que fue una ermita, de la que hoy los únicos vestigios que quedan son las tejas diseminadas por el suelo. 

 
Restos de la ermita
 
Casi hemos llegado al final, tras casi veinte kilómetros, no nos queda más que descender y volver al punto donde se localizan los chozos sabineros. Desde aquí podemos seguir la ruta marcada que nos lleva por senda hasta el parking, siguiendo antiguos caminos que siguen el Barranco del Castillejo abriéndose camino entre las estrecheces formadas por El Escalerón, a nuestra derecha, y Los Castillejos, a nuestra izquierda. 

Barranco del Castillejo

Ya solo nos queda una ligera bajada para poder descansar nuestros sufridos pies, después de un día de senderismo espectacular y auténtico. 
 

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