Datos de la ruta:
- Desnivel: 500 m (aprox.)
- Distancia: 14 km
- Actividad: senderismo/ascensión
- Dificultad: ruta sencilla sin dificultades técnicas más allá de la subida a la cumbre que se hace por unas escaleras metálicas. El regreso es algo más complicado en cuanto a la orientación ya que no sigue senda marcada.
Descripción
Nos acercamos a una localidad alcarreña conocida desde antiguo por sus aguas termales: Trillo. Por desgracia, hoy día es más conocida por tener en sus proximidades una enorme central nuclear que afea el paisaje. Aún así, no hay que dejarse llevar por esta primera impresión porque las rugosidades de su escarpado terreno depara hermosos rincones, sobre todo en primavera.Tomamos como punto de referencia la parte alta del pueblo de Trillo, junto a un campo de motocross. Desde aquí ya vemos marcado la ruta que seguiremos en el ascenso: Sendero local 1. Camino de Viana. A pesar de todo, desde aquí obtenemos la primera panorámica del otoño alcarreño.
Otoño en la alcarria |
Los primero metros transcurren por una pista anodina y ancha. Pero no tardamos mucho en desviarnos por un estrecho sendero que evita unos cuantos metros de la pista entre rocas. La vuelta a la pista es un espejismo ya que de nuevo nos desviamos para seguir las indicaciones de la senda. Junto a estas indicaciones vemos carteles de la ruta Viaje a la Alcarria (habrá que tomar nota).
Entre encinas y quejigos, escoltados por antiguos muros de piedra, avanzamos, disfrutamos. En una curva asoma, recortada contra el cielo luminoso, la silueta de las sensuales Tetas de Viana. Estos cerros, formados por la acción erosiva del próximo río Tajo, destacan sobre el horizonte con su modesta altura (1.133 de altitud máxima).
Tetas de Viana |
La senda asciende de forma progresiva. Las encinas dan paso a los pinos que inundan con su olor la tierra humedecida por las últimas lluvias. Acompañando a estos densos bosques innumerables matorrales aromáticos: espliego, tomillo y retamas.
Sin apenas esfuerzo, retomamos la pista que lleva a Viana de Mondejar (otro punto posible para ascender a esta modesta cumbre). Que nos deja en un collado (975 m) a los pies de las cumbres hermanas. En este punto nos desviamos para rodear algunos metros las faldas de la denominada La Larga hasta alcanzar un nuevo sendero.
A partir de aquí la cosa cambia. El estrecho sendero asciende con decisión. El barro complica un poco la subida con continuos resbalones. Las rocas se mezclan con una profusa vegetación. Una delicia.
Sendero de ascenso a las Tetas de Viana |
Tras la pequeña sudada, nos situamos en el collado que separa ambas cumbres (1079 m). A nuestra izquierda, La Larga; a nuestra derecha, La Redonda, nuestro objetivo. Y para allá nos encaminamos.
Ascendemos, ahora por la pista de la vertiente sureste. Una mira atrás nos ofrece una hermosa panorámica del cerro más agreste: La Larga.
Testas de Viana. La Larga |
La pista desaparece. Se convierte en una estrecha senda que serpentea por la ladera hasta llegar a un estrecho paso, equipado con cadenas, entre las moles rocosas.
Paso equipado |
La fácil trepada nos deja a los pies de una escalera metálica. Única posibilidad si queremos asomarnos a la cumbre. Su ascenso es sencillo y bastante seguro. En la parte alta son visibles escalones tallados en la roca que indican que este punto ha sido el lugar de acceso desde épocas lejanas.
Acceso a las tetas de Viana. Escalones tallados |
Tras superar esta pequeña dificultad, salimos a la cumbre de La Redonda. El viento impetuoso nos da la bienvenida a una panorámica excepcional por un lado y triste por otro, ya que a lo lejos se muestra la visión monstruosa de la central nuclear de Trillo.
Panorámica desde La Redonda |
Que esta cumbre ha "disfrutado" de la presencia humana desde antiguo, lo ponen de manifiesto las evidencias arqueológicas halladas. Su inmejorable posición estratégica, dominando la Alcarria y los cauces de los ríos que la rodean, ha hecho de estos cerros un lugar bastante transitado desde la antigüedad.
En el entorno se han localizado numerosos restos cerámicos que abarcan desde época campaniforme, celtíbera, hasta época islámica. En épocas más recientes, se instaló, por las tropas republicanas, un observatorio para la defensa antiaérea durante la Guerra Civil. Todo ello da una idea de la vida ajetreada de estos modestos y, al mismo tiempo, magníficos cerros.
Circunvalamos la cumbre, una gran llano que nos ofrece unas vistas amplias como pocas hacia los cuatro puntos cardinales. El frío y las sombras nos invitan a iniciar el retorno.
Descendemos por las mismas escaleras y el mismo estrecho sendero. Es el mismo, pero las perspectivas se presentan muy diferentes.
Descenso de las Tetas de Viana |
Una vez en el collado, decidimos descender por la pista en dirección a Viana de Mondéjar. El descenso es rápido y cómodo hasta Los Cañizares (975 m). Aquí nos separamos de la pista para seguir el rastro de senderos más escondidos.
Un sendero bordea la cumbre que acabamos de pisar. Miramos hacia las alturas y éstas nos devuelven imágenes espectaculares: el cerro La Redonda, a sus pies un mar verde de matorrales y pinares.
Tetas de Viana. La Redonda |
La senda se pierde, vuelve a aparecer y se vuelve a perder. Parece que seguimos un antiguo sendero, pero no estamos seguros de que no veamos lo que queremos ver. Nuestros pasos descienden hacia los pequeños barrancos que se sitúan entre las Tetas de Viana y el río Tajo.
El sendero desemboca en una pista de trazado marcado y pedregoso, pero que no parece tener mucho uso. Aprovecha la brecha de un pequeño barranco sin nombre teñido de colores otoñales. A nosotros nos ayuda a protegernos del gélido aire que mece las hojas ruidosas.
Avanzamos por el barranco |
No permanecemos mucho tiempo sobre la segura huella de la pista. Una estrecha senda e indicaciones de sendero nos sacan de esta ancha pista para adentrarnos entre los bosques de encinas. De nuevo la senda se confunde, a tramos se pierde, son las huellas de moto las que (por desgracia) muchas veces nos indican el camino.
Ganamos algo de altura para volver a descender hacia el Barranco de la Cueva de Azañón. Desde este punto iniciamos de nuevo el ascenso por una estrecha pero marcada senda. Alcanzamos la Loma de la Cueva de Azañón, y desde este punto obtenemos espectaculares vistas de las Tetas de Viana.
Tetas de Viana |
Nuestra dirección es perpendicular a las rugosidades que escoltan al río Tajo, lo que hace que las subidas y bajadas sean pequeñas pero continuas. De nuevo descendemos hasta topar con una pista. Decidimos seguir unos hitos en vez de seguir la desagradable pista, pero las indicaciones nos llevan de nuevo a la ancha vía.
Ascendemos por la pista hasta cruzarnos con una intersección. Ene ste punto lo más sencillo sería seguir la marcada pista que sigue hacia la derecha y que, en pocos cientos de metros, nos llevaría hasta el camino de inicio. Pero queremos alargar un poco la jornada y decidimos seguir la pista de la izquierda sin estar muy seguros de a dónde nos llevará.
La pista sube y baja, como todas las rutas de la zona, hasta que toma una clara dirección descendente hacia el río Tajo. En este punto decidimos intentar ascender por lo que parece una pista perdida (muy perdida) que asciende por un pequeño barranco. La senda nos sumerge en un bosque de encinas, robles y arbustos, a nuestra izquierda enormes moles de piedra caliza se tiñen del tonos rojizos con el atardecer. El silencio es absoluto, ensordecedor.
Ascendiendo por pista |
Tras una dura subida nos topamos con una pista inesperada que nos lleva derechos hacia una pista ancha y apisonada, casi una carretera. Se huele el final. En apenas cincuenta metros nos topamos con nuestras pocas huellas que nos llevan hacia el punto de salida.
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RECORRIDO:
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INFORMACIÓN PRÁCTICA:
- Podéis localizar el track de la ruta en: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ascension-a-las-tetas-de-viana-31401523
- VALIENTE MALLA, JESÚS. Guía de la arqueología en Guadalajara. Editorial aache
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