martes, 27 de noviembre de 2018

Barranco del Ablanquejo (Ablanque. Guadalajara)

Datos de la ruta:

  • Desnivel: 400 m (aprox.)
  • Distancia: 10 km 
  • Actividad: senderismo
  • Dificultad: ruta muy sencilla siguiendo el río Ablanquejo desde el pueblo de Ablanque. Última parte de subida, hasta el mirador, sin senda.

Descripción

El pueblo de Ablanque es poco conocido, a pesar de los considerables atractivos que le rodean. No es la primera vez que nos acercamos a esta zonas solitaria y poco vistada de Guadalajara.

En estas mismas soledades realizamos la Vuelta al Escalerón (recorriendo el barranco del Arroyo de la Rambla) y nos enamoramos sin remedio de estas tierras agrestes.

Hoy nos acercamos a otro barranco, el recorrido por el río Ablanquejo. Queremos tantear el terreno, unos pocos kilómetros para futuras incursiones de mayor entidad. Tomamos como punto de referencia la subida al mirador, pero nosotros seguimos el camino que avanza por la parte baja. El otoño se ha instalado en los campos mientras susurra el invierno que está por llegar.

Otoño a la orilla del Ablanquejo
Otoño a la orilla del Ablanquejo

El camino dura poco. En unos pocos cientos de metros la pista desaparece. En su lugar los muros delimitando los viejos campos de cultivo hoy abandonados y solos. No hay camino evidente.

Sin embargo a intervalos parece que está pisado formando lo que queremos creer que es una vereda. Las últimas lluvias tiñen de humedad el ambiente. El cielo oscuro, amenazante, provoca un increíble fulgor del pequeño bosque de rivera.

Los muros, desperdigados, apenas asoman entre las hierbas altas que han inundado los campos. Las antiguas huellas de los quehaceres del campo.

Ribera del Ablanquejo
Ribera del Ablanquejo

La senda se pierde y vuelve a aparecer. A nuestra derecha aparece un puente que salva las aguas del río que fluyen pacientes. Desde este punto, la senda se vuelve más firme y vigorosa. Ahora es fácil seguir su trazado que serpentea al ritmo de las aguas.

Las aguas del Ablanquejo se encajonan. a nuestro alrededor las montañas se elevan y se estrecha el paso. El suelo se alfombra de un amarillo dulzón que cruje a nuestro paso.

El silencio es total. Nos paramos en numerosas ocasiones a embargarnos de este perfume a naturaleza. a emborracharnos de este silencio que tanto echábamos de menos.

Barranco del río Ablanquejo
Barranco del río Ablanquejo

Las rocas adoptan caprichosas formas cincelada por la paciencia de la erosión. Las manchas blancas de las alturas delatan la presencia de las aves rapaces ahora escondidas con el frío incipiente.

La senda se separa del cauce. Inicia un leve, pero imparable, ascenso. La subida nos otorga una nueva perspectiva. Ahora no distinguimos el agua, pero se intuye tras el río amarillo que serpentea a nuestros pies.

Barranco del Ablanquejo
Senda. panorámica del barranco del Ablanquejo

Tras el corto ascenso, iniciamos la aproximación a las aguas de nuevo. Aquí las paredes se alejan, dejan respirar al río Ablanquejo que se nutre de las escaseces de un par de arroyos que confluyen en este punto: el Arroyo de la Rambla y el Arroyo del Molinillo.

Nos quedamos con ganas de proseguir por el cauce, ver qué deparan esas aguas en los siguientes kilómetros. Pero tendrá que quedar para otro momento. Nos desviamos siguiendo ahora el estancado cauce del Arroyo de la Rambla. Una pista bien marcada nos llevan hasta las construcciones más típicas de la zona: los chozones sabineros.

Arroyo de la Rambla
Arroyo de la Rambla

Los primeros chozones que vemos parecen reconstruidos. Unas marcas indican que nos encontramos en el trazado de la ruta de los chozones sabineros. Pero por poco tiempo.

Chozón sabinero
Chozón sabinero

Son numerosos los chozones que se reparten en la ladera de la montaña. De diversos tamaños y formas, y en diverso estado de conservación. Las indicaciones de la ruta nos llevan hasta los restos de otros chozones. Sin embargo el camino parece no continuar, se pierde en un par chozones situados en una pequeña explanada.

Desde aquí unas preciosas vistas del Escalerón que se yergue orgulloso sobre el oscuro horizonte.

El Escalerón
El Escalerón

Decidimos ganar altura. intentamos buscar alguna senda que nos permita encaramarnos a las zonas más elevadas. Creemos seguir caminos que la evidencia nos demuestra que no son más que paso de animales. Improvisamos entre pedreras y un bosque lo suficientemente despejado como para no entorpecer el paso.

En nuestro camino, numerosos chozones sin oficio dormitan a la sombra del otoño que se avecina.

Finalmente llegamos a la cota de mayor altura, estamos en torno a los 1100 m de altitud. A partir de aquí, nuestro camino se convierte en un llano que se abre camino entre las encinas. Con una buena perspectiva sobre el barranco del Ablanquejo, no hay pérdida posible

Loma del Cerro
Loma del Cerro

Una senda cómoda, nos permite avanzar por la Loma del Cerro sin apenas desnivel ni esfuerzo. Un ligero descenso y alcanzamos El Collado (1084 m) donde una amplia pista nos indica el camino más sencillo para acceder al mirador, situado en la Cabezuela del Cerco.

Nos asomamos a un chozón restaurado y a un mirados que da la espalda al la belleza del barranco. Dedicamos unos minutos al paisaje hasta que un aire gélido nos expulsa de este promontorio que se eleva sobre el pueblo de Ablanque.

Descendemos por la pista que nos deja en el punto donde iniciamos la ruta. Apenas tres horas de recorrido relajado, pero que no son más que la semilla de próximos recorridos en la zona.

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RECORRIDO:


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INFORMACIÓN PRÁCTICA: 



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