martes, 9 de agosto de 2016

PR-SO 107. Ruta del Río Linares.Despoblado de Vea (Tierras Altas. Soria)

Nos situamos en un lugar poco conocido del territorio peninsular: las Tierras Altas sorianas. Allí donde se sitúa el límite entre la provincia de Soria y La Rioja, allí donde los dinosaurios dejaron su impronta, en esa tierra encontramos un río que ha abierto con el discurrir del tiempo un profundo valle a cuya protección crecieron pueblos que hoy en día han quedado abandonados y olvidados.

Para descubrir estos pueblos a la sombra de las montañas que escoltan al río Linares vamos a seguir el camino que de forma tradicional comunicaron, en un pasado no muy remoto, a los sufridos habitantes de estos inaccesibles lugares. Para ello vamos a seguir el sendero de pequeño recorrido PR SO 107 (que coincide hasta el despoblado de Vea con un ramal del Sendero Ibérico Soriano, GR 86).

Salimos de la población de San Pedro Manrique siguiendo las indicaciones del PR y del GR por una pista que a los pocos cientos de metros se transforma en un estrecho sendero. 7,3 kilómetros nos separan de nuestro primer objeetivo de la jornada: el despoblado de Vea.

 
Inicio de la ruta
 
Con la compañía del río y la refrescante sombra del bosque de ribera avanzamos sin mayores complicaciones. Poco a poco la roca va ganando terreno y nos adentramos en el profundo barranco abierto por el paciente discurrir de las aguas del río Linares, que nace en el próximo puerto de Oncala
 
El sendero no tiene mucho desnivel, pero pequeñas subidas y bajadas nos alejan del cauce del río y nos permiten salvar algunos riscos y zonas más escarpadas. Estos pequeños obstáculos también nos alejan de la apreciada sombra. A cambio nos ofrecen unas buenas panorámicas de la sinuosa figura del río y de la vegetación que encuentra en él su refugio.


Curso del río Linares
 
A lo largo del recorrido encontramos numerosos edificios abandonados, antiguos molinos que nos hablan de una importante actividad en la zona. 
 
Molino
 
Pero no son el único testimonio de la vida que se desarrolló en este fértil valle. El propio camino que seguimos está construido de forma sólida y pequeños puentes nos permite salvar algunos obstáculos (pequeños arroyos y barrancos), lo que pone de manifiesto el esfuerzo realizado por los habitantes de estas tierras para habilitar vías de comunicación. Este es el caso del puente que salva el barranco de San Fructuoso

Bco. de San Fructuoso
 
El sendero se abre paso de manera sorprendete por las escarpadas laderas de las montañas que rodean el solitario valle. Las vistas son impresionantes y nos muestran una región de un sorprendente verdor. 
 

Camino a Vea
 
Pero el paso del tiempo no ha perdonado a las infraestructuras tan trabajosamente construidas. El puente que permitía cruzar el río Linares, antes de llegar a Vea, ha desaparecido. Aún puede verse el arranque del mismo. 
 
Lugar donde se econtraba el puente de Vea
 
En esta época del año el río no va muy crecido lo que nos permite cruzarlo sin dificultad. Pocos metros después vemos las primeras casas del despoblado de Vea y la iglesia, el edificio más visible de todos ellos, presidiendo los restos de un pueblo que llegó a tener 152 habitantes en torno al año 1873.
 
  
Despoblado de Vea

Pasear por las calles del pueblo no es tarea sencilla pues la naturaleza ha cubierto gran parte de los edificios y ha cerrado los accesos. Aún así, todavía se puede acceder a algunas de las casas donde no deja de impresionar la visión de enseres personales que parecen desnudar la intimidad de las personas que tuvieron aquí su hogar. Un viejo pupitre parece ser el único mudo testigo de un pasado de risas infantiles. 
 


 Interior de dos viviendas
 
Pupitre escolar
 
Es imposible no sentir cierta pesada melancolía tras la visión del abandono y la agonía de este bonito pueblo. Dejamos atrás las casas recorriendo las antiguas terrazas de labor para atravesar, de nuevo, el río Linares y proseguir nuestro camino hacia nuestro siguiente objetivo: el despoblado de Peñazcurna
 
A partir de Vea seguimos las indicaciones blancas y amarillas del PR (el ramal del GR 86 finaliza en Vea). La senda se adentra en el angosto barranco.
 
Salida de Vea
 
El sendero está menos pisado, pero también nos deja evidencia de su importancia en la comunicación del valle con infraestructuras hoy olvidadas como el pequeño puente sobre el arroyo de Ambriguela.
 
Puente sobre el Arroyo Ambriguela
 
El camino se hace sinuoso para aprovechar los pequeños barrancos y evitar así las partes más angostas del barranco, lo que nos obliga a tomar algo de altura. El paisaje que nos rodea es sobrecogedor y es inevitable pensar en las duras condiciones de vida en las que transcurrían las vidas de las personas que vivieron en estas hermosas y, al mismo tiempo, duras tierras de Soria. 
 
Río Linares
 
Aproximadamente 2,5 kilómetros separan Vea de Peñazcurna y otros tantos esta última de Villarijo. Desde el último collado antes de alcanzar Peñazcurna la gran panorámica sobre el valle nos permite intuir el despoblado de Villarejo en el horizonte. 
 
Llegando a Peñazcurna
 
El despoblado de Peñazcurna es de dimensiones más modestas que Vea, pero es sorprendente el lugar donde se localiza colgado sobre el curso del río. Aún pueden distinguirse la iglesia y algunas casas, en su interior utensilios abandonados dejan una sensación de huida precipitada, de abandono precipitado y temporal convertido en dfinitivo. 
 
Calle de Peñazcurna
 
Peñazcurna
 
Peñazcurna. Interior vivienda
 
Salimos de este pequeño pueblo por las terrazas de cultivo que ya nos acompañarán hasta nuestro siguiente objetivo: el despoblado de Villarijo
 
Caminando por antiguas zonas de cultivo atravesamos amplios olivares, hoy salvajes, y me impresiona la tenacidad del ser humano por intentar arañar un poco de fertilidad allí donde la tierra deja un pequeño resquicio, construyendo terrazas que visten la ladera de estas montañas poco propicias para el cultivo. 
 
Olivares
 
Terrazas. Camino de Villarijo
 
Poco antes de que la senda se junte con una pista que viene de la parte alta del valle, el despoblado de Villarijo nos sale al encuentro.
 
Villarijo
 
Villarijo es, o fue, un pueblo de considerables dimensiones. En 1850 vivían 130 personas y tenía escuela. Como casi todos los pueblos despoblados de la zona quedó abandonado en los años sesenta como consecuencia de las malas comunicaciones, las repoblaciones forestales y las duras condiciones de vida. A pesar del tiempo transcurrido el estado de conservación es relativamente bueno. 
 

Calles de Villarijo
 
Iglesia de Villarijo
 
Cuando visitamos el pueblo vimos que estaban intentando recuperar algunos de sus edificios y la Iglesia, dedicada a San Lorenzo. Enfrente de la iglesia se ha construido un refugio y hoy día el agua vuelve a correr fresca y transparente en la fuente de la pequeña plaza. 
 
Hace veinte años se crceo la Asociación de Amigos de Villarijo en el intento de no dejar derrumbarse las casas que habían sobrevivido. Además, por lo que he leído, actualmente vive una familia en el pueblo que intenta que sea autosuficiente. 
 
Hasta el pueblo de Villarijo hemos recorrido casi 13 kilómetros que toca desandar en su totalidad para volver a San Pedro Manrique. Existe la posibilidad de realizar alguna ruta circular volviendo por las pistas de la parte alta de los montes que nos rodean, pero esto supone bastantes más kilómetros y nosotros desechamos la opción por el calor que nos atacaba sin piedad. 
 
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INFORMACIÓN ADICIONAL:
 
No he localizado mucha información sobre los despoblados, pero hay alguna página interesante que os dejo a continuación.
Nos hemos grabado track ya que hay numerosos recorrido en wikiloc. 
 
En la zona de Tierras Altas existen infinidad de pueblos abandonados que está deseando recibir un poco de vida, aunque solo sea una breve visita para que sean recordados.

 

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