sábado, 7 de abril de 2018

Desfiladero del Rudrón (Moradillo del Castillo. Burgos)

Datos de la ruta:

  • Desnivel: 400 m (aprox.)
  • Distancia: 22 km 
  • Actividad: senderismo
  • Dificultad: ruta sencilla con una primera parte siguiendo el curso del río Rudrón (el punto de La Fuentona puede complicarse con mucha agua). La segunda parte transcurre en su totalidad por pista y se hace algo monótona, pero hay grandes vistas sobre el desfiladero. 

Descripción

Estamos en pleno mes de abril aunque el cielo y la desnudez de los árboles parezcan mostrar las vestimentas del otoño. Nuestro punto de partida: Moradillo del Castillo. Una bonita localidad colgada sobre el desfiladero abierto por las aguas del río Rudrón.

Desde los primeros metros podemos observar la perfecta sinfonía de este solitario rincón del Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón.

Salida de Moradillo del Castillo
Salida de Moradillo del Castillo

Descendemos los pocos metros que separan al pueblo de las aguas del río Rudrón, siempre por pista llegamos a los restos del Molino el Zurdo.

El río, alimentado por las recientes nevadas y lluvias, desciende con brío. Los restos del molino aún conservan la maquinaria desmembrada, sus paredes se deshacen entre las lágrimas de los arbustos. Toda una metáfora de estos remotos rincones burgaleses.

Molino del zurdo. Desfiladero del río Rudrón
Molino del zurdo. Desfiladero del río Rudrón

La pista nos lleva hasta el cruce hacia San Andrés de Montearados, este será nuestro camino de retorno. Por el momento, nosotros no nos desviamos y seguimos las aguas transparentes del río.

La pista se transformada, pierde nitidez y deja tras de sí el rastro de una pista en desuso envuelta por los extensos robledales a nuestra derecha, nos llegan sus murmullos arrancados por un ligero viento. La música del río Rudrón nos acompaña a nuestra izquierda. El canto de los pájaros llena el poco espacio que queda entre tanta melodía.

Desfiladero del río Rudrón
Desfiladero del río Rudrón

Los grandes roquedos que nos rodean sirven de refugio a una abundante colonia de aves rapaces entre las que destacan varias parejas de las escasas águilas reales y perdicera. Aunque no son las únicas también se pueden encontrar, por los ojos expertos, al alimoche y a los buitres leonados, éstos más fáciles de distinguir para los menos experimentados. Entre las aguas hay nutrias, pero son tímidas y es difícil verlas.

En las zonas bajas se extiende un abundante robledal acompañado de una presencia muy abundante de quejigo, que predomina en la zona.

El paisaje se vuelve más espectacular cuando la pista se transforma en una estrecha vereda que nos permite acercarnos más si cabe a las aguas del río Rudrón. Los continuos saltos de agua crean una atmósfera ensordecedora. El sonido de la naturaleza nos acompaña y nos empuja, cerrar los ojos y empaparse de este lugar es una sensación indescriptible.

Senda en el desfiladero del río Rudrón
Senda en el desfiladero del río Rudrón

La senda nos lleva hasta los pocos restos que quedan del Molino de Rasgabragas. Desde aquí un cartel nos indica la antigua senda que ascendía hasta el pueblo, hoy abandonado de Ceniceros. Este molino se incendió hace años, razón por la que apenas quedan vestigios de su existencia.

Hasta aquí descendían los pocos vecinos de Ceniceros a jugar a los bolos (y a coger agua), junto a los habitantes de Moradillo del Castillo y San Andrés de Montearados, para lo que tenían que descender los 200 m que separaban al pueblo del cauce del río.

En nuestro caso, seguimos el cauce del río y dejamos atrás la senda hacia Ceniceros. La senda serpentea y gana algo de altura para salvar los roquedos que delimitan el cauce del Rudrón. Las vistas se amplían, el sol tímido se abre camino entre el frondoso bosque y vemos más cercanos los vuelos elegantes de las rapaces.

Senda en el desfiladero del río Rudrón
Ganamos altura. Senda en el desfiladero del río Rudrón

Este tramo es espectacular. Abajo el estruendo del agua en su viaje entre rocas. Sobre nuestras cabezas las moles rocosas donde se cobija la vida salvaje.

A los pocos cientos de metros descendemos de nuevo hacia el cauce del río Rudrón. Llegamos al paraje de La Fuentona, una cavidad por la que una corriente de agua encuentra escape. Se puede escuchar el ruido de la presión en las entrañas de la tierra, cómo el agua lucha por escapar. Este lugar es cautivador, mirad y juzgad por vosotros mismos.




El agua forma un caudaloso río que hay que atravesar (es el único punto algo complicado en el recorrido en épocas de intensas lluvias).

La Fuentona. Desfiladero del Rudrón
La Fuentona. Desfiladero del Rudrón

Tras quedar paralizados unos minutos en la contemplación del espectáculo, continuamos nuestro camino.

Ahora el camino se vuelve más sinuoso, con pequeñas subidas y bajadas. Un pequeño destrepe, ayudado por cuerdas, nos sorprende, para permitirnos acercarnos de nuevo al Rudrón.

El último tramo de la senda se aleja de las aguas del Rudrón, que aquí se enfrentan a escalones de rocas y un significativo desnivel. Nosotros, para salvar este desnivel, ascendemos y cambiamos de paisaje. El rugido de las aguas queda amortiguado y ahora son las altivas paredes las que llenan nuestro horizonte. Un nuevo espectáculo ante nuestras retinas.

Zona Alta. Senda del desfiladero del Rudró
Zona Alta. Senda del desfiladero del Rudró

No encontramos con un edificio feo y destartalado. Una antigua turbina para la generación de electricidad hoy innecesaria. A los pocos metros localizamos un edificio en ruinas, un antiguo molino que nos indica la cercanía de un pueblo.

A partir de este punto la senda se amplia y vuelve a adoptar la fisonomía de una pista de buen trazado. Los horizontes se amplían para salir a una zona llana donde las aguas del río Rudrón, menos caudalosas, discurren sosegadas. Esta tranquilidad precede a las primeras casas de Hoyos del Tozo.

Desde Hoyos del Tozo decidimos regresar por otro camino señalizado que discurre por la zona alta del desfiladero y disfrutar de una perspectiva diferente del río Rudrón.

Nos acercamos al final del pueblo para enlazar con la pista, pero antes de abandonar Hoyos del Tozo nos acercamos a la cascada de La Coladera, que humedece el jardín de una casa construida a sus pies.

Cascada de La Coladera
Cascada de La Coladera

Desde este punto no nos queda más remedio que ascender por una pista pedregosa para alcanzar los páramos de las partes altas. Es un puro contraste: en el desfiladero nos sumergimos en una marea de humedad y vegetación; aquí arriba las piedras dominan el paisaje árido y carente de bosques.

Formaciones geológicas. Geoparque de las Loras
Formaciones geológicas. Geoparque de las Loras

Sin embargo, ningún sitio mejor que las alturas para apreciar los caprichos geológicos de la naturaleza. Las rocas se retuercen y se levan en formas caprichosas que harán las delicias de los amantes de la geología. No en vano nos encontramos dentro del Geoparque de Las Loras, una amplia zona de gran interés geológico.

Sobre le pueblo de Hoyos del Tozo, encontramos la zona geológica de La Curacada (señalizada en la ruta).

Zona geológica de La Curacada
Zona geológica de La Curacada

Seguimos la pista. Hay buenas vistas,  pero el hecho de no abandonar en ningún momento la pista marcada y ancha hace que esta parte del recorrido sea algo monótona. Ahora los acordes del río Rudrón quedan lejanos, apenas un murmullo que rebota entre las paredes rocosas.

La pista nos lleva directos al pueblo abandonado de Ceniceros. El tintineo de unos cencerros nos recibe a las puertas de esta población deshabitada desde inicios de los años sesenta debido a la falta de agua, luz eléctrica y la dureza de las condiciones de vida. Ya en 1940 apenas contaba con 17 habitantes.

Desfiladero del río Rudrón desde Ceniceros
Desfiladero del río Rudrón desde Ceniceros

Hoy sus casas agonizan entre zarzas, maltratadas por el tiempo y los vientos fríos de esta alturas. Caminos entre las pocas casas que se intuyen y disfrutamos de las magníficas vistas del lugar. Lejanas, doscientos metros más abajo, las aguas del río Rudrón regaron los días de los habitantes de este remoto pueblo.

En medio de los arbustos nos encontramos con los restos de la iglesia dedicada a San Pedro. Nos abrimos camino entre las zarzas para contemplar su vencido interior. En el alatar aún se puden intuir algunos restos de la decoración mural. En uno de los laterales del maltrecho edificio se localiza el cementerio. Entre las paredes derrumbadas y las zarzas aún se distinguen dos cruces de hierro oxidadas. Una de ellas sin nombre aparece partida como el pueblo y el recuerdo. La otra parece no querer olvidar a la joven de veintiocho años que reposa bajo ella desde 1927: Mª Rosa Herrero Cuasante.

Iglesia y cementerio de Ceniceros
Iglesia y cementerio de Ceniceros

Abandonamos el pueblo con una última mirada y un último recuerdo a sus habitantes. Tras una vuelta del camino se dibuja San Andrés de Montearados. Población con seis habitantes censados, donde nos llevamos la alegría de escuchar las risas de un grupo de críos, suponemos que de fin de semana, disfrutando de las diabluras alejadas de las tecnologías.

Desde esta población iniciamos el descenso hacia el cauce del Rudrón. Seguimos una pista con bastante pendiente y buen trazado que nos lleva directamente hasta el Molino del Zurdo, para desde aquí desandar el camino ya andado, que nos lleva hasta Moradillo del Castillo.

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RECORRIDO:


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INFORMACIÓN PRÁCTICA:
 En el Diccionario geográfico-estadístico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz (1845) se hace la siguiente anotación sobre la población de Ceniceros:

"CENICEROS: l. con un alc. ped. para su gobierno interior en la prov., dióc., aud. terr. y c. g. de Burgos (8 leg.), part. jud. de Sedano (3 1/4): SIT. en llano, con buena ventilación y CLIMA saludable. Tiene 4 CASAS y una igl. parr. dedicada a San Pedro y servida por un cura párroco. El TERRENO es de buena calidad; comprende un monte robledal con excelentes pastos y produce trigo, cebada, avena y legumbres; cría ganado lanar, vacuno, cabrío y de cerda y caza de muchas perdices. Sus hab. se dedican a la fabricación de aperos de labor que venden en tierra de Burgos, a la agricultura, y al tráfico de ceniza para el blanqueo, PORL.: 2 vec, 7 alm. CAP. PROD.: 45,000 rs. IMP.: 4,204 rs. CONTR.: 129 rs. 23 mrs"

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