jueves, 8 de septiembre de 2016

Montañas de León: Omaña, Babia, Luna y Laciana (León)

Hacía mucho tiempo que teníamos ganas de acercarnos a este rincón de León, especialmente a la zona de Omaña. Encontramos el momento idóneo ante la necesidad de huir del calor del centro del país.

Es una ruta dura desde el punto de vista físico, no así técnicamente ya que no entraña ninguna dificultad. El recorrido lo realizamos en dos días y supuso un gran descubrimiento, la zona encierra grandes posibilidades para la bicicleta, pero sin olvidar los fuertes desniveles.

Día 1. El Castillo-Villablino (70 km-1600 m)


Iniciamos el recorrido en el pequeño pueblo de El Castillo, donde vimos señales del Camino de Santiago, el correspondiente al viejo camino de la montaña (habrá que investigarlo). Los primeros compases los damos siguiendo estas indicaciones que nos llevan por un camino paralelo a la carretera hasta el pueblo de Vegarienza.

Camino a Vegarienza
Camino a Vegarienza

Una vez en el pueblo el ensueño de los caminos fáciles se desvanece cuando veo la fuerte pendiente por la que tenemos que ascender (el camino está marcado como ruta de bici). Es un camino pedregoso que nos lleva a situarnos por encima de la iglesia siguiendo el Cordel de las Merinas

Yo me veo obligada a sufrir mis primeros metros empujando la bici, pero ganamos altura rápidamente. Nos situamos en la parte alta del cordel con continuas subidas y bajadas. 

Cordel de las Merinas
Cordel de las Merinas

A una altitud de unos 1300 metros los colores ocres y marrones presiden el paisaje, muy seco a estas alturas del verano. La altura nos permite tener unas fabulosas vistas de los picos de cumbres redondeadas que nos rodean, muchos de ellos sobrepasan los dos mil metros de altitud.

Zona alta del Cordel de las Merinas
 Zona alta del Cordel de las Merinas
 
Llegamos a la diminuta localidad de Villadepán donde no vemos un alma. Salimos del pueblo para tomar una amplia pista que, primero llaneando y posteriormente en fuerte descenso nos lleva hasta tomar la carretera que serpentea al compás del Arroyo de Sabugo
 
Descenso hacia el Arroyo de Sabugo
Descenso hacia el Arroyo de Sabugo

El contacto con el asfalto nos proporciona un leve descanso. A los pocos metros nos desviamos al pueblo de Sabugo para volver a tomar una amplia pista. Aquí compartimos, pero en sentido inverso, vía con un gran grupo de vacas que cobardes no se atreven a pasar. Al final desmontamos para permitirles el paso. Una vez superado este pequeño encontronazo iniciamos una suave subida hacia el fondo del valle.

Salida de Sabugo
Salida de Sabugo

Pero, de nuevo, nos sorprende una fuerte desnivel para poder acceder a la Collada de Sabugo (1425 m). Por segunda vez, tengo que recorrer los últimos metros de desnivel empujando mi bici por una senda pedregosa.

Subida a la Collada de Sabugo
Subida a la Collada de Sabugo

Una vez en el punto más elevado solo nos queda descender hasta la población de Serna. La pista es algo pedregosa pero permite realizar el descenso sin problemas.

Descenso a Serna
Descenso a Serna

Desde Serna seguimos la carretera, lo cual nuestras piernas lo agradecen, para llegar a Murias de Paredes. Compramos pan y nos damos un merecido descanso con un bocadillo entre las manos. Por delante aún nos queda mucho recorrido, así que es mejor reponer. También cogemos agua en la fuente de agua fresca y buena. 

Salimos de Murias de Paredes por una pista mala. Es pedregosa y empinada, para luego descender hasta el Arroyo de Cativo. Pero todo lo baja vuelve a subir, así que tras pasar el arroyo nos enfrentamos a fuertes pendientes para recuperar la altura perdida, para alcanzar el Puerto de la Magdalena (1436 m). A medida que avanzamos por la pista no hago más que pensar en porqué no  hemos seguido la carretera que llevamos unos 50  metros sobre nuestras cabezas (seguramente esta opción es más razonable y evita un fuerte desnivel). 

Salida de Murias de Paredes
Salida de Murias de Paredes

 Desde el puerto nos desviamos por una pista para enlazar con la carretera que nos lleva, en unos pocos metros, hasta el bonito pueblo de Vivero. A nuestro alrededor solo vemos altas montañas, por lo que presupongo que nos toca subir unos cuantos cientos de metros. Ante la perspectiva opto por coger más agua en la fuente y, con la excusa, hacer una breve parada. 

Viveros
 Vivero

La salida del pueblo parece presagiar una fuerte subida. Sin embargo, el camino no es tan duro como en un principio suponíamos y avanzamos rápido. Acompañamos al cauce del Arroyo de Vivero por una pista agradable, que se abre paso entre las montañas con interminables curvas. 

Pista paralela al Arroyo Vivero

Pista paralela al Arroyo Vivero
Pista paralela al Arroyo Vivero

La pendiente se hace más fuerte al desviarnos. Abandonamos el valle del Arroyo de Vivero para seguir ahora el escaso cauce del Arroyo del Portillín (este nombre no presagia nada bueno). Aunque se hace mas dura la progresión aún es asequible. Ya desde lejos observo con pesar la subida que nos espera par acceder al collado. 

Camino del collado
Camino del collado

Mis temores se confirman y para llegar hasta el Collado del Portillín (1696 m) tengo que hacer los últimos metros andando. Pero el esfuerzo es recompensado cuando las hermosas montañas nos dan la bienvenida y observo las extraordinarias vistas.

Collado del Portillín (1696 m)
Collado del Portillín (1696 m)

Vistas desde el Collado del Portillín
Vistas desde el Collado del Portillín

Desde este punto iniciamos el descenso. La pista es muy mala, con mucha pendiente y muchas piedras que nos obligan a extremar las precauciones para evitar alguna caída. La bajada se hace larga y los brazos empiezan a picar, pero el sitio es impresionante. 

Descenso desde el Collado del Portillín
Descenso desde el Collado del Portillín
 
Llegamos a Salientes con la música del agua de su fuente, una bendición. A partir de este punto progresamos más deprisa ya que seguimos el asfalto que, paralelamente al Arroyo Valseco, nos lleva a la localidad de Valseco y a Matalvilla, tras bordear el paupérrimo Embalse de Matalavilla. Siguiendo esta carretera accedemos al Valle del Río Sil.

Valle del Río Sil
Valle del Río Sil

Recorremos el Valle del Sil por carretera cómoda. Nos unimos a una carretera más transitada en Pacios del Sil, donde una vía férrea abandonada me hace pensar que una vía verde por su trazado estaría genial. 

Palacios del Sil
Palacios del Sil

Cuando ya me hago a la idea de no tener más subidas, he aquí que nos queda una: a Rabanal de Arriba, eso sí por asfalto, pero eso no hace que la pendiente sea menor. Tras esta población tomamos un camino que nos lleva hasta una explotación minera a la entrada de Villablino

Estoy tan cansada que reuso recorrer los 500 metros escasos que nos separan del poblado castreño de La Muela que viene indicado en un cartel. Por supuesto, me terminé arrepintiendo, pero ahora mismo el dolor de mis piernas termina venciendo a mi curiosidad.  


Día 2. Villablino-El Castillo (63.5 km-1250 m)


Salimos de Villablino sin prisas siguiendo la carretera. Seguimos hacia las indicaciones del poblado castreño de La Zamorana (creo que tendremos que volver de visita por el lugar para ver los yacimientos), pero nos desviamos antes de llegar. Y nos encontramos la primera cuesta del día para llegar al pueblo de Robles de Laciana con la preciosa iglesia románica de San Julián (s. XI), para descender, de nuevo, a la carretera. 


Iglesia románica de San Julián (s. XI)
Iglesia románica de San Julián (s. XI)

En la localidad de las Trapiechas nos desviamos para iniciar la subida hacia el Santuario de Nuestra Señora de Carrasconte (s XVII). Es una subida dura, por pista no muy buena y, para empeorar las cosas, bastante larga. Un buen tramo me lo hago andando, pero el lugar donde se localiza el santuario no está nada mal y hace que se nos olvide pronto el sufrimiento.

Subida al santuario
Subida al santuario

Santuario de Nuestra Señora de Carrasconte (s. XVII)
Santuario de Nuestra Señora de Carrasconte (s. XVII)

Lo siguientes kilómetros nos llevan en una rápida bajada por asfalto hasta Piedrafita de Babia y Quintanilla de Babia. A partir de esta localidad el camino es una auténtica delicia. Combinando pequeños tramos de asfalto con anchas pistas, avanzamos rodeados por un ambiente de moles montañosas. Tenemos algún pequeño repecho, pero muy  llevadero, y es un tramo muy disfrutón. 
 
Tramo de asfalto
Tramo de asfalto

Tramo de pista
Tramo de pista

Montañas de Babia
Montañas de Babia

Bordando montañas y acompañados por pequeños arroyos llegamos a la localidad de Riolago donde no nos podemos resistir a comprar unas pastas de almendras. Además aprovechamos para recargar agua en la fuente situada enfrente del Palacio de los Quiñones (s. XV).
 
Palacio de los Quiñones (s. XV)
Palacio de los Quiñones (s. XV)

Todavía tenemos por delante un buen tramo de buenas pistas. No encontramos con alguna cuesta más pronunciada, pero nada que nuestras piernas no puedan superar. Hasta Villasecino seguimos por bonitas pistas. 

Pista hacia Villasecino

Pista hacia Villasecino
Pista hacia Villasecino
 
En Villasecino enlazamos con la carretera CL-626 que seguiremos durante seis kilómetros. Es prácticamente llana lo que nos permite, por primera vez en todo el recorrido, considerar que vamos deprisa. La carretera no tiene mucho tráfico y se adentra en el Valle del río Luna en dirección al Embalse de los Barrios de Luna

Abandonamos la carretera principal a la altura de Sena de Luna para seguir una carretera secundaria. Decidimos parar en un área recreativa a orillas del río Luna (con bastante sombra) para descansar y comernos un buen bocadillo, porque en los próximos kilómetros empieza lo bueno.  

Tras el avituallamiento iniciamos el ascenso. La subida es suave mientras seguimos el asfalto que nos lleva hasta aldea de Abelgas de Luna, por fortuna rodeados de un frondoso bosque de ribera que nos regala una buena sombra. 

Carretera a Abelgas de Luna
Carretera a Abelgas de Luna
 
En Abelgas se acaba el asfalto. Salimos del pueblo por una pista encajonada entre moles calizas y atravesamos el río de Pereda por un precioso puente. 

Salida de Abelgas de Luna
Salida de Abelgas de Luna

Puente sobre el río Pereda
Puente sobre el río Pereda

Al pasar el puente la subida se hace más dura y la pista empeora. Seguimos una pista que remonta el valle recorrido por el Arroyo Guariza, ganando altura rápidamente. Las vistas son espectaculares miremos hacia donde miremos. Y parece imposible que exista un paso para cambiar de valle. La tranquilidad solo se ve rota por los cencerros de vacas y caballos que pastan a nuestros pies. 

Ascendiendo por al valle

Ascendiendo por al valle
Ascendiendo por al valle

Casi en la cabecera del valle nos desviamos por una pista con mayor pendiente y peor firme, de oscura tierra suelta. Las piernas se quejan ya en las primeras pendientes. El valle va quedando abajo mientras nos acercamos al Collado del Remansadero, que permite el paso al Valle de Omaña

Últimos metros al Collado del Remansadero (1507 m)
Últimos metros al Collado del Remansadero (1507 m)

Ahora sí que nos toca bajar. Después de un breve descanso iniciamos un rápido descenso, con precaución ya que la pendiente es bastante acusada, hasta el pueblo de Salce

Descenso a Salce
Descenso a Salce

Ingenua de mí pensaba que ya no teníamos más subidas, pero nada más lejos de la realidad. En Salce nos desviamos por una pista con cortos pero fuertes desniveles, que a estas alturas del recorrido escuecen. 

Nos enfrentamos a continuas bajadas y subidas para superar los pequeños valles formados por los arroyos que discurren por estas montañas. Pero al ganar altura tenemos una bonita perspectiva de las montañas de las que hemos bajado. 
 
Pista a Cornombre
Pista a Cornombre

En la localidad de Cornombre paramos un buen rato y reponemos agua fresca. Seguimos por carretera hasta la desértica aldea de Manzaneda de Omaña

Manzaneda de Omaña
Manzaneda de Omaña

Le pondremos la guinda al recorrido siguiendo una pequeña senda que serpentea siguiendo el cauce del río Santibáñez por un precioso valle, algo seco tras un verano parco en agua.

Valle del río Santibáñez

Valle del río Santibáñez
Valle del río Santibáñez

La pista nos deja en la carretera que CV-128 que nos lleva a las localidades de Santibáñez de Arienza y, finamente, a El Castillo
Una ruta bastante dura, con fuertes desniveles, pero que hará las delicias de los que les gusten las rutas cicloturistas fuera del asfalto y no les importe tener que empujar en algún punto. Los paisajes son espectaculares. La soledad del recorrido siempre le da un  punto de aventura, fuera de las rutas mas trilladas. 
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RECORRIDO:
 

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