Nada más llegar a Azerbaiyán nos enfrentamos al primer problemilla, en nuestro hotel, con el que habíamos hablado para el transporte de las bicis y nuestras personas, nos han dejado tirados. Decidimos esperar un rato, y un taxista que vio la oportunidad de sacarse un dinero, decidió esperar con nosotros, sin quitarnos ojo y persiguiéndonos por media terminal. Como allí no apareció nadie, premiamos la insitencia y cogimos su taxi, acordando un precio, que luego por el camino quiso subir lo que conllevó nuestra amenaza de bajarnos del coche. Finalmente conseguimos llegar al hotel pagando el precio inicialmente acordado. Eso sí, en el hotel no se dieron por enterados.
La primera impresión no difiere mucho de lo que vemos en occidente, la ciudad de Bakú presenta una imagen relativamente moderna, más con los "retoques" que le han hecho para el evento deportivo europeo, así que el choque, por el momento no es mucho.
La parte de la ciudad antigua es muy bonita, se trata de un recinto amurallado, con lugares interesantes para visitar, además sus dimensiones son modestas, por lo que en un día se pueden visitar los lugares más interesantes y pasear un poco por sus estrechas calles.
Uno de los puntos emblemáticos en la ciudad, sin duda relacionado con los 29 metros de altura que la hacen visible desde el exterior del casco antiguo, es la Torre Maiden, cuya fecha de construcción parece situarse en el siglo XII, aunque, al parecer, hay cierta polémica al respecto.
Torre Maiden
En las próximidades de esta gran torre podemos localizar el lugar que ocupaban los antiguos caravasares, en su gran mayoría han sido convertidos en restaurantes y tiendas de alfombras y souvenires.
Zona de los caravasares
Merece la pena perderse para ir cogiendo el pulso de la ciudad y del país, pasear en torno a sus murallas, visitar algunas de las tiendas e incluso pararse a tomar algún té.
Murallas
Para finalizar nuestra pequeña visita a la ciudad, decidimos visitar el Palacio de los Shirvanshahs, que fue la residencia de la dinastía que gobernó en gran parte de Azerbaiyán durante el siglo XV. El complejo es bastante impresionante, aunque está muy restaurado, la guía que vino con nosotros (inlcuido en el precio) fue muy simpática y hablaba muy bien inglés, por lo que la visita resultó muy interesante, pero realmente la historia de la zona, al menos a mí, me resultaba totalmente exraña, me refiero a que no me sonaba los nombres de los reyes, ni ningún otro dato que me comentaba, pero la guía ha terminado como amiga mía en facebook.
Mezquita
Mausoleo
Baños
Además de todos sus encantos, Bakú nos da la oprotunidad de disfrutar de una comida totalmente occidental y buena cerveza, tanto del país como de exportación. Un buen lugar para comer es la Fountains Square, donde hay muchos locales, ¡¡e incluso un Zara!! cuando lo ví me quedé impactada.
Nuestro segundo día lo dedicamos a la visita del yacimiento de Qobustan, lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2007, para no extenderme mucho haré un entrada en el Blog de Arkeológica, pero es un lugar que uno no se puede perder. En el yacimiento se han localizado una gran cantidad de petroglifos, los más antiguos de hace unos 12.000 años. De todos ellos se puede visitar una pequeña parte, pero no deja de impresionar. El tema del transporte es algo complicado y tampoco es fácil comunicarse para conseguir información al respecto, por lo que lo ideal, y más sencillo, es coger un taxi desde Bakú por unos 60-70 AZN, no es barato, pero merece la pena.
Petroglifos de Qobustan
Y tras estos dos días de visitas culturales y toma de contacto, ahora sí que sí, iniciamos nuestro viaje, desde la misma orilla del Mar Caspio a una altitud de -37 metros, y con los rascacielos de Bakú como telón de fondo.
¡¡Inicio de la aventura!!
Os diría que estos primeros compases fueron bonitos, pero no os voy a mentir, la salida de la ciudad de Bakú, fue casi, casi una pesadilla...una lucha contra el tráfico, que nos dio una idea de cómo conducían por aquí, sin comentarios. La salida de la ciudad es como intentar salir de Madrid por plena M-30 con un montón de coches que no respetan nada de nada, así que resultó bastante estresante y peligroso, pero, milagrosamente salimos vivos, y conseguimos salir de la capital.
Los primeros 90 kilómetros de ruta transcurren por una zona árida, sin apenas vegetación, y con fuertes subidas, como no podía ser de otro modo dada la altura a la que empezamos, todo ello acentuado con un calor algo sofocante.
Apenas vimos pueblos, aunque sí que hay tiendas a pie de carretera donde nos pudimos hacer con algo de comer, especialmente dulces. En cuanto paramos la gente se nos queda mirando y cuando les decimos que somos españoles lo primero que preguntan es si del Real Madrid o del Barcelona, es casi la única comunicación que tuvimos con ellos. En estos primeros kilómetros no hay alojamiento, y al final hablando, y esto es un decir, dormimos en el polideportivo de Märäzä, en la enfermería, eso sí los baños hacía años que no veían ningún producto de limpieza (el tema baños, por sí solo, daría para un blog entero). A la mañana siguiente vimos que a los pocos kilómetros había un hotel, en una especie de parque de atracciones o algo parecido.
En esta jornada empezamos a ver los primeros vestigios de vegetación, que unido a la lluvia que había caído por la mañana, parecía haber suavizado el paisaje. A lo largo de la joranada pudimos ver algún otro lugar interesante, como el Mausoleo de Yeddi Gumbaz, en el pueblo de Samaxi, situado en medio de un cementerio islámico.
Los primeros 90 kilómetros de ruta transcurren por una zona árida, sin apenas vegetación, y con fuertes subidas, como no podía ser de otro modo dada la altura a la que empezamos, todo ello acentuado con un calor algo sofocante.
Primeros kilómetros de la ruta
Apenas vimos pueblos, aunque sí que hay tiendas a pie de carretera donde nos pudimos hacer con algo de comer, especialmente dulces. En cuanto paramos la gente se nos queda mirando y cuando les decimos que somos españoles lo primero que preguntan es si del Real Madrid o del Barcelona, es casi la única comunicación que tuvimos con ellos. En estos primeros kilómetros no hay alojamiento, y al final hablando, y esto es un decir, dormimos en el polideportivo de Märäzä, en la enfermería, eso sí los baños hacía años que no veían ningún producto de limpieza (el tema baños, por sí solo, daría para un blog entero). A la mañana siguiente vimos que a los pocos kilómetros había un hotel, en una especie de parque de atracciones o algo parecido.
Polideportivo de Märäzä
En Märäzä, a la mañana siguiente, nos acercamos a ver el Mausoleo de Diri Baba, que se encuentra en un pequeño barranco, al lado del cementerio. Para nosotros, occidentales de a pie, resulta una curiosidad, entramos pero con cierto reparo, porque no sabíamos si se podía. Aquí el turismo no se entiende, para ellos son sitios religiosos, por lo que el tema de respetarlo es importante.
Mausoleo de Diri Baba
Mausoleo de Yeddi Gumbaz
En Samaxi nos paró un coche para hablar con nosotros, un hombre que se presentó como profesor de instituto y que sabía inglés, nos invitó a un vino y a su casa, la verdad es que parecía muy amable y fue agradable poder hablar con alguien del país, aunque la invitación la declinamos porque prácticamente acabábamos de salir.
A partir de aquí, empezamos a ver más árboles, y el paisaje no resultaba tan árido. En este tramo nos encontramos con dos cicloturistas que se dirigían a Irán.
A partir de aquí, empezamos a ver más árboles, y el paisaje no resultaba tan árido. En este tramo nos encontramos con dos cicloturistas que se dirigían a Irán.
Durante algunos kilómetros de carretera nos estuvieron asediando los niños, estaban en la cuneta vendiendo algún tipo de fruto y al vernos querían chocar las manos con nosotros y sacarse fotos, les llamaba mucho la atención las bicis.
A los pocos kilómetros de Samaxi la carretera principal baja para el valle, mientras que nosotros seguimos en dirección a Ismayilli, con la intención de llegar al pueblo de Lahic, un pequeño pueblo anclado en las estribaciones del Caúcaso. Para llegar a él hay que desviarse de la carretera, pero merece la pena, aunque nos tocó sufrir porque desde el desvío hay un desnivel de uno 800 metros. Una estrecha carretera que inicialmente discurre por bonitas arboledas (con buenas opciones para acampar) y con rampas bastante fuertes, nos permite ir cogiendo altura.
Inicio de la subida a Lahic
El camino nos adentra en un paisaje increíble, duro, salvaje, rodeados de altas montañas, y pasando por pequeñas aldeas.
Remontando el valle
A mitad de camino la carretera pasa a convertirse en una pista, transitable, pero que hace que el pedaleo sea un poco más trabajoso, pero el increíble paisaje siempre ayuda. En Lahic hay bastante alojamiento y tiendas para abastecerse de todo lo necesario.
Pista hacia Lahic
El pueblo está empedrado, sus casas también son de piedra, está rodeado de un paisaje montañoso bastante impresionante, y el conjunto hace que sea un lugar agradable y tranquilo, merece la pena darse un vuelta y recorrer el pueblo con tranquilidad.
Lahic
Mezquita en Lahic
Calle de Lahic
Para salir de Lahic no queda más remedio que bajar lo subido el día anterior, pero como consejo, parad en uno de los hornos de pan que veréis por el camino, porque hacen un pan magnífico, incluso para comerlo solo.
Horno de pan
Desayunando
Camino de Ismayilli pasamos por numerosas arboledas donde había muchísimos cafés montados, no sé si habrá tanto cliente, pero en caso de necesidad no es una mala zona para buscar un rinconcito para la tienda, eso sí, cuidado con los perros porque por aquí no son muy simpáticos. El tema de los perros sería una tónica a lo largo del viaje, aunque fue peor es Georgia, están abandonados, así que se agrupan para buscarse la vida y los ciclistas parecen caerles especialmente mal. A mí este tema me llegó a estresar en algún momento y me hice algún spring que otro, aunque descubrimos que casi lo mejor era pasar andando porque lo que parece ponerles en guardia son las bicis en sí mismas, no deben estar acostumbrados a verlas.
Arboledas
A pesar de no estar en la carretera principal el tráfico siguió siendo importante. Con el tráfico hay que tener cuidado, corren muchísimo y pasan muy cerca, así que hay que extremar las precauciones, además continuamente te pitan, nos dimos cuenta que era para saludar en la mayoría de las ocasiones, pero llega a resultar un poco cargante. Además algunos coches paraban para sacarnos fotos si nos veían parados en el arcén o nos adelantaban en los puertos y nos esperaban un poco más arriba, no sé si les provocábamos curiosidad, gracia, o ambas cosas, pero parecían bastante sorprendidos y ponían cara de no entender porqué no íbamos en coche (a veces yo también lo pensé).
A lo largo de la carretera que nos lleva a Qäbälä vamos cruzando grandes valles formados por los cauces de ríos que, aunque ahora parecen ir muy cortos de caudal, en época de deshielo deben arrastrarlo todo, siempre acompañados al fondo por el perfil del Caúcaso.
Qäbälä resultó ser una ciudad algo anodina, cuando llegamos nos dio la sensación de ser una ciudad moderna, pero era fachada, como ocurre con casi todas la ciudades aquí, en cuanto callejeas un poco te das cuenta de que cuidan lo que se ve, pero lo que no...Aquí hay un par de hoteles, pero lo de comer fue difícil, entramos en un restaurante y se entabló un diálogo de merluzos total entre la persona que estaba allí, hablándonos en su idioma, y nosotros, intentando hacernos entender, además no hubo manera de que nos diera un listado de platos o similar, aunque fuera en su idioma, así que no nos quedó otra que irnos y buscarnos la vida. Terminamos comiendo un Döner de cordero viejo, ¡¡qué sabor horroroso!!, mi paladar no está preparado para estas cosas.
Mezquita en Qäbälä
Curiosamente a partir de Qäbälä, y a paesar de retomar lo que en el mapa parecía una carretera principal, el tráfico disminuyó de manera bastante importante y nos permitió relajarnos un poco en cuanto al tema de morir atropellados en algún adelantamiento suicida.
El pasado de influencia soviética se deja sentir en el país, Azerbaiyán fue parte de la URSS desde 1920, y en muchos pueblos hay monumentos, algo abandonados ya, conmemorativos de la Segunda Guerra Mundial, que ya pilla lejos pero ahí se han quedado, dando cierto aspecto decadente.
Monumento conmemorativo de la II Guerra Mundial
Nuestros pedaladas se dirigen ahora a la ciudad de Seki, atravesando grandes cauces y zonas de arbustos, por un terreno sin grandes desniveles ni grandes esfuerzos.
En este tramo nos encontramos a otras dos cicloturistas que se dirigían a Bakú, procedentes de Estambul. Estas cosas me impresionan, al lado de estos viajeros nos sentimos un poco domingueros, y acentúan un cierto hormigueo de ganas de imitarles.
Llegamos a la ciudad de Seki con idea de alojarnos en un lugar muy concreto, el Hotel Karvansaray, porque está hecho en un antiguo caravanasar y cuando vimos el edificio, a pesar de estar en la parte más alta de la ciudad, me quedé sin habla de lo bonito que era (y además barato, eso sí la ducha no hubo manera de que funcionara, no podía ser todo perfecto). Nos encontramos en la puerta con una pareja de Hong Kong que terminaron subiendo con nosotros a la habitanción para sacar fotos.
Hotel Karvansaray
Por si esto fuera poco encontramos donde tomarnos una cerveza fría en una terraza y donde comer, en la parte baja de la ciudad, pidiendo un poco a lo loco, pero resultó que acertamos y lo que pedimos estaba bueno.
Menú para la cena
Esta ciudad tiene muchos atractivos, resultó ser una ciudad muy tranquila donde hacen unos dulces muy buenos y tiene calles empedradas llenas de tiendas para curiosear y pasear, vamos un lujo.
Calle de Seki
Pero la zona más interesante es la situada en el recinto amurallado, situado en la parte alta de la ciudad, en cuyo interior se puede encontrar lo que queda del Palacio Real del Khan de Seki y una iglesia rusa de forma cilíndrica, así como un par de museos.
Muralla de Seki
El Palacio Real del Khan de Seki es un edificio pequeño, el único que queda de un complejo mucho mayor. El edificio que actualmente se ve tenía un uso administrativo, del cual lo más interesante y vistoso son sus coloridas vidrieras y sus pinturas murales, con un colorido espectacular (no nos dejaron sacar fotos en el interior).
Palacio Real del Khan de Seki
Dejamos Seki con algo de pena, para dirigirnos hacia Zaqatala, donde teníamos previsto pasar nuestra última noche en Azerbaiyán. Seguimos la carretera hasta la ciudad de Qax, de camino vemos lo que parece una iglesia orotodoxa, y en Qax, donde hacemos una pequeña parada, nos encontramos otra iglesia ortodoxa abandonada, la proximidad de la frontera empieza a notarse, y empieza a percibirse la mezcla de creencias y culturas.
Iglesia ortodoxa camino de Qax
Iglesia ortodoxa en Qax
En Qax nos desviamos, abandonando la carretera principal para tomar una pequeña carreterita donde prácticamente no encontramos coches, pero todo tiene su explicación y a los pocos kilómetros la carretera se convierte en pista, algo incómoda por lo bacheada y pedregosa que es, pero nos lleva por pequeñas aldeas donde podemos ver el ambiente rural, además de disfrutar de la ausencia de coches y por añadidura de sus pitidos. Uno de los tramos que más nos gustó y un buen sitio para acampar.
Además en este tramo la gente nos resultó especialmente simpática, un hombre se acercó y nos regalo un montón de ciruelas, y ahora fuimos nosotros los que les pedimos que se sacaran fotos con nosotros, seguro que pensaban que eramos un poco tontos.
Seguimos con el Caúcaso siempre a nuestra derecha, donde empiezan a formarse nubes, las mismas que nos dejaron una gran tormenta pocas horas después, con unos truenos espectaculares.
Pocos kilómetros antes de Zaqatala retomamos la carretera principal y con ello la vorágine del tráfico, coches pitando, pasando a toda velocidad a menos de medio metro de las bicis, una locura. Pero como todo no puede ser malo, un hombre que vendía sandías nos llamó y nos invitó a una rodaja de sandía que nos supo a gloria, muy simpático, y que nos hizo olvidarnos un poco de la circulación.
Zaqatala no tiene mucho para ver, pero es una ciudad agradable, con alojamientos y sitio para comer, donde vivimos una tormenta espactacular que, menos mal, cayó cuando ya estábamos a resguardo. Decidimos pillar un hotel bueno para celebrar nuestra última noche en el país, y tomarnos un par de cervezas contemplando cómo se iluminaba el horizonte con los relámpagos.
Nos encontramos a poco más de 40 kilómetros de la frontera con Georgia, este tramo final resultó ser uno de los más tranquilos en cuanto a tráfico se refiere, pensábamos que habría más circulación dirigiéndose a la frontera. El paisaje se va tiñendo de un verde más intenso.
Entrada den Balakän
Unos 15 kilómetros después de Balakän nos encontramos con un gran muro y una gran puerta que nos indica que hemos llegado a la frontera con Georgia.
En la frontera pasamos andando con nuestras bicis y el militar que estaba en la puerta, tras preguntar de dónde veníamos y a dónde íbamos, sólo nos preguntó dos cosas más: si tenía perfil en facebook (tengo sus datos para incluirle como amigo, se lo prometí); y lo segundo, si éramos del Real Madrid o del Barcelona. Cuando llegamos a las ventanillas donde nos tenían que sellar los pasaportes nos volvieron a preguntar que si éramos del Real Madrid o del Barcelona, y tras esperar unos 10 minutos, salimos de Azerbaiyán sin que nos registrasen ninguna alforja y sin ningún problema.
Nos montamos en la bici, pasamos esa zona que se denomina tierra de nadie, llegamos a la ventanilla donde estaban los militares de Georgia, nos hicieron una foto, nos sellaron el pasaporte, y ya está, entramos en Georgia. Nada más pasar la frontera pensé que no se diferenciaba prácticamente en nada de Azerbaiyán, y me dio por pensar la estupidez que son las fronteras, que separan a las personas y crean tantos conflictos. Lo cierto es que entramos en Georgia para darnos cuenta de que seguíamos en el mismo sitio, pero esto ya será parte de otra entrada.
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- Para entrar en Azerbaiyán hace falta visado, nosotros lo tramitamos en la embajada de Madrid. Hay que rellenar un cuestionario por Internet (algo confuso), llevar dos fotos, fotocopias de los billetes de avión y pasaporte, y tener reserva de hotel para, al menos, la primera noche. Además hay que pagar una tasa. Una vez entregado todo esto tardan unos diez días en dar el visado. En la embajada no son muy solícitos en prestar ayuda, así que hay que armarse de paciencia, y olvidaros de que os den información turística. El visado no se puede obtener en el aeropuerto, en caso de venir de otro país de la zona, enteraros bien de cómo se puede tramitar. Para la entrada en Georgia no piden visado.
- Transporte de las bicis. Volamos con Turkish Airlines, las bicicletas nos las facturaron como equipaje extra y nos cobraron 60 euros por cada una, a la ida y a la vuelta (vamos, que no es barato). Una vez en Azrbaiyán las bolsas de las bicis, como pensaban mucho, nos las enviamos a nosotros mismos al hotel del último día en Batumi, Georgia (previamente reservado y hablado con ellos). Las bolsas no llegaron al hotel, pero cuando nos pasamos por la oficina de correos de Batumi, y cuando casi las habíamos dado por perdidas, ahí estaban nuestras bolsas, sanas y salvas, y nosotros más contentos que unas castañuelas.
- En la frontera terrestre no tuvimos ningún problema, ni tan siquiera nos registraron, como he comentado. Otros ciclistas con los que nos encontramos nos comentaron que en la frontera sur, por la que pasaron ellos, había un lío de cuidado y que les registraron las alforjas.
- Vacunas. En la página del Ministerio de Asuntos Exteriores podeis encontrar las vacunas necesarias, o bien en la página del Centro de Vacunación internacional. La verdad es que no piden casi ninguna, pero nosotros nos pusimos, de nuevo, la del tétanos y la de la Fiebre tifoidea, además nos dijeron que deberíamos habernos puesto la de la rabia, pero ya no nos dio tiempo (son tres dosis en un mes), y nos tendríamos que haber puesto, si no la tuvierámos puesta, la de la encefalitis (que también son tres dosis). Así que hay que ir con tiempo, para que podáis poneros todas las dosis necesarias.
INFORMACIÓN ADICIONAL:
- Para el viaje en general utilizamos el libro "Georgia, Armenia & Azerbaijan" de la editorial Lonelyplanet.
- El mapa que utilizamos fue el de Kaukasus de la editorial Reise. Escala 1:650.000
- El track de la ruta completa por Azerbaiyán y Georgia la podéis encontrar en: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10963001
Joopss!! Qué viaje más chulo!!!!
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