El Infierno
En nuestro ascenso por senda cómoda y ancha, encontramos algún punto para descansar y disfrutar del paisaje que nos rodea, es mejor tomárselo con calma porque el ascenso es largo. Así que el grupo, para variar íbamos acompañados de un nutrido grupo, aprovechó los llanos para tomar un poco de aire.
Descanso durante el ascenso
Compartiendo nuestro camino con el ganado de la zona, que bajaban hacia las zonas bajas del valle.
Siguiendo en nuestro ascenso, sin ninguna posibilidad de pérdida ya que no hay más sendero y el camino sigue estando bastante encajonado, llegamos a una zona de nuevo encajonada donde nos vemos rodeados por altas paredes rocosas que nos obligan a levantar la vista para poder ver el cielo, aquí se encuentran las rocas conocidas como El molinuco del Diablo, está claro que va de cosas infernales.
Molinuco del Diablo
Aunque el ascenso prosigue, el valle empieza a abrirse y el ascenso resulta más suave, además el entorno ayuda, ya que el lugar es sumemente hermoso. Siguiendo el río, que en algún punto habrá que atravesar, tendremos algún momento de descando.
Descanso en el camino
Al fondo vislumbramos lo que nos parece el collado, pero no hay que dejarse engañar, ya que el Collado de Sejos, que es nuestro primer objetivo, queda a la izquierda de nuestra visión, y por tanto desde nuestra posición no podemos verlo aún.
Nuestro objetivo lo tendremos a la vista cuando empecemos a girar hacia el este, cuando el valle se abre más todavía y ya podemos adivinar el collado.
Poco antes de llegar al Collado de Sejos nos encontraremos con una cabaña para cuya construcción han aprovehado una gran piedra.
Pocos metros después llegamos al Collado de Sejos, donde nos encontramos con una amplia pista que llega hasta el collado desde Palombera para proseguir hacia el pueblo de Uznayo. Nuestros camino sigue casi perpendicular a esta pista, ya que nuestro primer objetivo serán los menhires existentes en esta zona, los cuales se encuentran cercanos al punto conocido como El Hitón. Desde este punto además podemos disfrutar de unas vistas espectaculares donde las haya.
Pero lo más interesante llegados a este punto son los menhires que localizamos tumbados sobre el suelo y delimitados por un cercado (nos acompañaban en el grupo un par de arqueólogos, que de hecho fueron los que propusieron esta salida). Los menhires parecen estar datados en la Edad del Bronce (en torno al 2500 a. C), y presentan grabados en su suerficie, uno de ellos parece representar una figura a ntropomorfa en el cual, por las indicaciones de alguno de los expertos, podemos diferencias incluso un arma en el costado. Se han realizado estudios arqueológicos de la zona y se valoró en su momento bajar los menhires al museo arqueológico de Cantabria para evitar su deterioro. En cuanto a su finalidad hay teorías diversas, entre ellas la delimitación de zonas de pastoreo, pero no parece estar muy claro hasta la fecha.
Menhires en el Collado de Sejos
Después de disfrutar de las explicaciones y de un merecido descanso, nos ponemos en marcha de nuevo, ya que aún nos queda un fuerte desnivel hasta alcanzar nuestro segundo objetivo. Para ello ascendemos hasta la valla divisoria, donde encontraremos la Piedra Jincá, otro menhir, y aquí, sin senda marcada, giramos siguiendo la valla para enfrentarnos a la inmensa cuesta que nos aguarda. El ascenso es duro y con mucha vegetación, pero una vez llegamos a la parte alta, que no a la cumbre para la cual nos queda un poco de subida, tendremos unas vistas impresionantes.
Desde este punto hasta la cumbre prácticamente no queda nada, solo un suave ascenso por zona mucho más abierta y sencilla que nos permitirá alcanzar la cumbre de el Cueto de la Concilla (1922 m). Y, por supuesto, no puede faltar la foto de cumbre.
Cumbre del Cueto de la Concilla (1922 m)
Después de disfrutar de la cumbr eun rato y de las magníficas vistas, bajamos siguiendo el mismo camino que hemos tomado de ascenso, una vez abandonamos la cuerda nos tendremos que enfrentar, de nuevo, al fuerte desnivel, ahora de descenso, hasta llegar al Collado de Sejos. A partir de este punto el descenso se vuelve cómodo, aunque no pudimos disfrutar de las vistas como en el ascenso, ya que la niebla nos sorprendió durante la bajada.
Descenso
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