domingo, 11 de febrero de 2018

Cerrada de los Navazos y barranco de Valpinoso (Arbeteta. Guadalajara)

Datos de la ruta:

  • Desnivel: 300 m (aprox.)
  • Distancia:10 km (aprox.) 
  • Actividad: senderismo
  • Dificultad: ruta sencilla, pero gran parte de su recorrido discurre fuera de senda lo que dificulta un poco la orientación. En algún tramo, especialmente la conexión con el barranco de Valdepinoso, se hace un poco complicado el avance debido a la vegetación. Zona muy solitaria.

Descripción

Volvemos de nuevo a uno de nuestro rincones preferidos a las puertas del Alto Tajo, la localidad de Arbeteta. Hace un año recorrimos sus tortuosos caminos recorriendo la Senda de la rambla del Avellano, hoy nos volvemos a adentrar por sus barrancos para inspeccionar el terreno y descubrir nuevos senderos.

Hoy nuestro camino se separa del pueblo hacia el sureste, inicialmente por una pista poco marcada que discurre al margen de los campos de cultivo. Recorremos los escasos metros que nos separan de un estrecho paso entre rocas que da paso a la Cerrada de los Navazos. A nuestra izquierda, la Peña de la Puerta. A nuestra derecha, el Cerro de la Lobera.

Paso a la Cerrada de los Navazos
Paso a la Cerrada de los Navazos

Dejamos atrás la pista, el paso es estrecho y solo una diminuta senda nos permite atravesarla. Al mirar hacia atrás se impone la visión de las altas paredes. Entre sus grietas vemos el reflejo de seguros que delatan la existencia de alguna vía de escalada. En la base se intuye alguna pequeña cueva.

Al refugio de esta paredes, los pinos han encontrado refugio. La caliza parece marcar una barrera invisible entre los sembrados y la naturaleza.

Paredes del Cerro de la Lober
Paredes del Cerro de la Lobera

La senda nos guía por la Cerrada de los Navazos, un estrecho barranco que debería estar surcado por el arroyo que le da nombre. Protegidos por los afloramientos rocosos y los pinos, parece que el día se caldea en el silencio absoluto que nos rodea.

Cerrada de los Navazos. Arbeteta
Cerrada de los Navazos

El barranco apenas dura lo suficiente para disfrutar. La senda desemboca en tierras labradas. Salvamos el barro de la tierra removida como podemos para unirnos con una pista ancha. Si la siguiésemos a nuestra derecha desembocaríamos en la carretera. Así que dirigimos nuestros pasos hacia nuestra izquierda, adentrándonos en el pinar.

Iniciamos un ligero ascenso, la vegetación se hace más frondosa, los pinos ganas terreno. A nuestra izquierda pequeños muros de piedras son mudos testigos de los esfuerzos del hombre por domesticar estas tierras.

La pista muere de forma repentina a los pies de lo que parece un depósito suspendido de la rama de un árbol. No parece haber senda, así que seguimos lo que parece el cauce de un arroyo sediento. A tramos creemos encontrar los restos de sendas estrechas que se pierden para volver a aparecer a los pocos metros. Creo que seguimos las pisadas de animales más que de personas.

El avance se hace difícil en algunos tramos, hasta que llegamos a la cabecera del pequeño barranco sin nombre donde ascendemos por una zona más despejada. Aquí vemos restos de la nieve caída durante la última semana.

Salida del barranco
Salida del barranco

Alcanzamos un pequeño collado (1100 m) para volver a seguir el eje marcado por un pequeño barranco por el que ascendemos hasta recuperar la altura perdida en nuevo collado. Un último barranco, un denso bosque, la senda desaparece y avanzamos como podemos. En medio del silencio escuchamos algo entre las ramas y ahí está: un grupo de ciervos nos observan expectantes unos segundos antes de huir, menudo espectáculo.

Camino fuera de senda
Camino fuera de senda

Un último collado (1170 m) nos ofrece las primera panorámicas de las rocas que delimitan un profundo barranco, el que recorre el arroyo de Valpinoso. En las paredes se pueden observar amplias oquedades, en los cielos las sombras de las rapaces son las únicas que rompen la soledad del entorno.

Panorámica del barranco de Valpinoso
Panorámica del barranco de Valpinoso

Ahora solo nos queda bajar. Buscamos el paso más sencillo por la pronunciada pendiente. En pocos minutos llegamos a lo que debería ser el cauce del arroyo de Valpinoso, reseco y perdido.

Nuestro camino gira y se retuerce siguiendo el camino marcado por la pendiente. A tramos encontramos claras muestras de que estamos sobre una senda, incluso algunos metros se transforman en pista, pero apenas es una ilusión en el paisaje. La vegetación ha devorado los caminos de los hombres.

Arroyo de Valpinoso
Arroyo de Valpinoso

Apenas nos desviamos del cauce unos pocos metros que nos permiten acortar algo el sinuosos recorrido. Y aquí, justo en el punto más perdido, más acosado por la sombra, el frío y la humedad, nos encontramos con un cerramiento de piedras que aprovecha un abrigo rocoso. La testarudez del ser humano es asombrosa.

Abrigo en la roca
Abrigo en la roca

En esta zona, alimentadas por la humedad, crecen las zarzas que dificultan ahora nuestro camino. Nos abrimos paso como podemos, pero sin dejar de disfrutar de este hermoso rincón.

Si antes fueron los pinos los protagonistas, ahora comparten cartelera con las altivas rocas que sirven de refugio a las rapaces. Nos detenemos a observar, nos dejamos impresionar por esta naturaleza olvidada y poco transitada.

Arroyo de Valpinoso
Arroyo de Valpinoso

Recorremos algunos kilómetros encajonados entre moles de piedra y rodeados de frondosa vegetación. En algunos puntos creemos intuir una senda para luego perder todo rastro de pisadas.

Pero alguien ha debido transitar por estos lugares porque de nuevo, escondido entre las zarzas, localizamos una pequeña pared que encierra un abrigo en la roca. Intentamos acercarnos a la oquedad pero las zarzas lo impiden.

Abrigo en la roca. Arroyo Valpinoso
Abrigo en la roca. Arroyo Valpinoso

A partir de este punto las paredes pierden altura y el sol encuentra más espacio para calentar el cauce del arroyo. En pocos minutos se empiezan a intuir los campos arados y la naturaleza pierde ese aire salvaje del que veníamos disfrutando.

Salida del Arroyo de Valpinoso
Salida del Arroyo de Valpinoso

Nos juntamos con el cauce seco del arroyo de Navazos, por el que caminamos algunos metros. Cuando se empieza a encerrar y se hace difícil el avance buscamos un camino más fácil por los laterales, pero improvisamos ya que no parece existir ningún camino marcado.

Tras unas cuantas horas de soledad, regresamos a la localidad de Arbeteta, hoy especialmente silenciosa, para dar por finalizada la salida.

No ha sido una ruta excesivamente larga, tampoco excesivamente dura (si no tenemos en cuenta el hecho de transitar fuera de senda), pero desde luego nos ha permitido descubrir rincones más que escondidos.

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Recorrido


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Información práctica

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