Datos de la ruta:
- Desnivel: 1200 m
- Distancia: 10 km(Aprox)
- Dificultad: moderada. Ruta con fuerte desnivel. Precaución en el karst para no perder los hitos (aunque hay varias posibilidades para progresar, todas ellas factibles)
Descripción
Hacía tiempo que le habíamos echado el ojo encima a esta montaña, quizá hacía años. El momento llegó el pasado fin de semana cuando decidimos acercarnos a este rincón del Pirineo.Huyendo de las feas pistas de esquí de Candanchú, decidimos iniciar la ascensión desde el más salvaje Valle de Aisa. Dejamos el coche al final de la pista asfaltada que sale desde el mismo pueblo de Aisa.
Valle de Igüer |
Los primeros metros de pendiente nos dan acceso en pocos minutos al inmenso valle de Igüer , a nuestra izquierda el refugio de saleras.
Dejamos la pista que recorre el valle para atravesar las escasas aguas del barranco de Igüer, que bajan desganadas. Las primeras luces del día asoman venciendo a la noche que se resiste a abandonar las profundidades del valle.
A partir de este punto no habrá descanso para nuestras piernas. Los primeros compases los hacemos al son de las marcas de un sendero de pequeño recorrido que circunvala el valle de Igüer. Rodeados de pinos y con el frío de la mañana, ascendemos ligeros. La primera intersección nos indica el manantial de Rigüelo. La segunda intersección nos lleva al encuentro del GR 11 (concretamente la variante 11.1).
Nosotros ignoramos las indicaciones para seguir ascendiendo. Tras dejar atrás un sediento abrevadero, nos enfrentamos al primer tramo de pendiente importante para acceder al denominado embudo. Una zona sin dificultad, en la que un estrecho sendero se abre paso de manera vertiginosa en medio de un pedregal. Las vistas hacia el valle de Aisa son amplias, increíbles, hermosas.
Valle de Aisa |
Este tramo nos permite devorar los metros con rapidez y nos da entrada a un mundo blanquecino, entramos en el karst. Un universo de simas y enormes caos de piedra que habrá que vadear con algo de pericia y orientación.
Entrada al karst |
Aquí avanzamos despacio, intentando no perder los hitos de vista. Pero es complicado, los hitos se confunden en este horizonte pedregoso. Evitamos simas y grietas que penetran en la oscuridad vertical. El avance es lento, pero no difícil. Toda nuestra atención no evita que perdamos el camino principal y terminemos avanzando por el lateral opuesto siguiendo otros hitos (hay indicaciones por todas partes).
Avance por el karst |
Ganamos altura rápidamente. El colorido de la roca se transforma, el blanco se convierte en colores ocres. El Pico de Aspe asoma tímido con un color pardusco que contrasta con el entorno. Rozamos los 2400 m de altitud.
Pico de Aspe (2645 m) |
En vez de seguir hasta alcanzar el Paso de la Garganta de Aspe, nos desviamos poco antes de alcanzarla para enlazar de nuevo con el camino que perdimos poco después de iniciar el karst.
Salida del karst |
Ahora sí que el nos encontramos ante los últimos metros antes de la cumbre. Un pequeño destrepe nos deja a sus pies y un último esfuerzo nos alza sobre su ladera. Durante este último esfuerzo, vemos cómo el inmenso paisaje se despliega ante nosotros. A lo lejos la inconfundible silueta del a Midi d'Ossau nos atrapa.
Midi d'Ossau |
Ahora sí, tras unos metros de esforzada pendiente llegamos al vértice geodésico que indica que hemos alcanzado la cima del Pico de Aspe (2.645 m). La panorámica sobre el Pirineo es espectacular.
A lo lejos podemos diferenciar la marmolada de los Picos del Infierno. Más próximo a nosotros la inconfundible silueta del Midi d'Ossau que ya nos acompañó durante el ascenso. Hacia el oeste las irregularidades que delimitan el valle de Echo, con la fotogénica ladera del Bisaurín. Hacia el este la afilada cresta de los murciélagos que une el Pico Lecherín con el Pico de Aspe, en el horizonte más lejano la peculiar cumbre de la Collarada y la cresta de la Pala de Ip. ¡¡Menudo espectáculo!!.
Solo el hormigón de la estación de Candanchú, en el fondo del valle, pone una nota descolorida.
Cima del Pico de Aspe (2.645 m). Collara y Pala de Ip al fondo |
Disfrutamos de las vistas durante casi una hora antes de decidirnos a abandonar las nubes. El paisaje, majestuoso y sobrio, nos atrapa y embruja. Pero aún queda por delante una larga bajada. Así que, nos despedimos de la montaña e iniciamos el descenso.
Cima del Pico de Aspe (2.645 m) |
Toca desandar lo andado y trepar lo que apenas una hora antes hemos destrepado. El primer obstáculo es el pequeño destrepe que existe antes de llegar al collado de acceso al pico.
Perdemos altura con rapidez. En el descenso, más pendientes de los hitos, seguimos el camino que perdimos en el ascenso. Las rocas parduscas dan paso a la claridad dolorosa de la caliza. Sin apenas darnos cuenta nos adentramos de nuevo en el mundo pétreo del karst.
El camino es el mismo y, sin embargo, el cambio de perspectiva hace que parezca totalmente diferente.
Karst |
Evitamos los mismos abismos a los que nos asomamos en la subida. Al llegar al collado donde accedemos al embudo, el valle de Aisa se abre ante nosotros. La roca es sustituida por la pedrera en la ladera y las amplias praderas de altura a nuestros pies en una postal idílica.
Valle de Aisa |
Los últimos trescientos metros de bajada se hacen eternos. Aunque aquí la senda es muy sencilla, la fuerte pendiente carga los músculos.
En escasos minutos llegamos al llano y nos disponemos a despedirnos de manera definitiva de las montañas. No sin antes echar una última mirada a las alturas, esta vez hacia otro de los grandes colosos de la zona: el Pico Lecherín.
Pico Lecherín (2.561 m) |
No podemos imaginar mejor manera de poner punto final a una estupenda jornada de montaña.
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RECORRIDO:
Hay numerosos tracks en wikiloc por lo que no grabamos la ruta.
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BIBLIOGRAFÍA:
- Mapa Valle del Aragón. Escala 1:50.000/1:25.000. Ed. Pirineo.
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